Nadie querría pasar un día, mucho menos la noche, en el fantasmagórico parque Granma de la avenida Bayamo, al sureste de la ciudad. En sus 300 hectáreas se exhiben el deterioro y el abandono que crece como la maleza, imponiendo una apariencia lúgubre y desteñida del espacio, concebido para el disfrute de unos 50 mil habitantes en el año 1975. El área de ferias y exposiciones sobrevive, a medias, entre las ruinas.
“Mira como faltan cosas”, dijo un empleado que negó ser identificado, esgrimiendo un listado de tres páginas. “Esto lleva rato y es para rato. No entiendo como el Parque puede ser rentable, si lo que no está roto ya no aguanta más reparaciones. El resto de los servicios también va en decadencia, y como las cosas no sirven, nadie quiere venir”, dice un empleado en publicación de CubaNet.
Una gran cantidad de estructuras sucumben entre el monte. Los bosques y parques diseñados para el descanso se confunden entre sus senderos, así como las áreas de juego, equitación y rodeo, pista de ciclismo y motocross. Los quioscos y cafeterías también dejaron su rastro metálico en el área.
“Apena observar cómo trencitos, carritos, aviones, lanchas, botes, bicicletas aéreas y columpios se reducen a un amasijo de hierros y equipos defectuosos”, agrega.
Zoológico también
A principio de los años 80, se adicionó a los atractivos recreacionales del parque, un complejo recreativo infantil y un zoológico suburbano, entre otras áreas de entretenimiento. Algunas iniciativas como el campamento de pioneros y un museo aborigen nunca se concretaron.
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“Desde su creación hasta la actualidad, el parque ha transitado por numerosas limitaciones que imposibilitaron el correcto funcionamiento de algunas de sus áreas, pero el verdadero derrumbe de su esplendor recreativo cayó simultáneamente con el muro de Berlín”, explica Roberto Rodríguez Cardona, para CubaNet.
La calidad de vida de los pocos animales que aún existen, es evidente. Viven en jaulas sucias y nauseabundas, viejas y sin ningún tipo de acondicionamiento. Sólo quedan 80 especies, que no lucen muy felices.
Recuerdos
La nostalgia invade a muchos bayameses mayores de 30 años, que estando en el lugar recuerdan sus días de diversión en las instalaciones, que ofrecía diversidad de atracciones que ahora son especie de montaña de fósiles de metal, donde uno que otro, aún medio funciona.
“El parque infantil luce más de una veintena de aparatos y juegos para el entretenimiento de los más pequeños; pero actualmente solo funcionan ocho, el resto de los equipos se encuentran rotos y carentes de motores, pintura, lubricantes o piezas de repuesto”, señala Rodríguez.
Situado en una zona rural, para llegar al parque tampoco existen rutas de transporte público o privadas. Es que ni para los recorridos internos hay vehículos disponibles, puesto que el único omnibús que hay tiene varios años dañado.
Al igual que el parque, la mayoría de las buenas cosas disfrutadas en “revolución” se esfumaron de la noche a la mañana, por basarse en un éxito prestado, simulado por la antigua Unión Soviética, que tras su desaparición desbarató las columnas que sostenían a la economía cubana, una atleta a la que Fidel Castro le mutiló la piernas con su denominado “socialismo”.
Redacción Cubanos Por El Mundo
