Una nueva tendencia comienza a hacerse notar en las calles de La Habana. Los populares “almendrones” ahora son autos descapotados, esto con el fin de brindarle al turista una experiencia más agradable al momento de pasear por las calles capitalinas a bordo de una de estas reliquias automotrices.
Un reportaje del portal CubaNet resalta las razones por las qué los dueños de estos autos decidieron realizar la modificación.
Héctor González es uno de los muchos conductores que le “volaron” el techo a su “almendrón”.
“La fiebre por cortarle el techo a los almendrones y convertirlos en descapotables se ha incrementado en los últimos tiempos. Yo tenía mi Ford de dos puertas del año 1955 que originalmente no era descapotable, pero al turista lo que le gusta es ver el paisaje, que el viento le dé en la cara y disfrutar del clima caribeño; por eso decidí transformar mi auto. Ahora oferto estos paseos por La Habana solamente para turistas, es mucho más rentable y gano buen dinero”
Los precios oscilan entre los 20 a 40 dólares el paseo en uno de estos autos antañones. La cantidad de “almendrones” ha venido en ascenso luego de que algunos que eran usados para “botear” decidieran migrar al sector turismo en vista del recrudecimiento en los controles para los taxistas por parte del régimen.
El proceso
Para convertir tu “almendrón” en un convertible es necesario un proceso complicado y debe ser hecho por varios “expertos”.
“Hay que pasar por un proceso para el cambio. Primeramente se debe acudir al Registro de Vehículos y solicitar un permiso de transformación, luego conseguir un buen chapista que te pique el techo con una mecha y trate de dejar los detalles bien cubiertos”, explica Héctor.
“Una vez reformado el auto toca pasar por la inspección técnica en el mismo Registro de Vehículos, luego sólo hay que poseer licencia para botear y listo”, agrega.
La inversión
Héctor asegura que la inversión es grande pero “vale la pena”.
“Gasté unos 3000 CUC, pero sé que lo puedo recuperar fácilmente porque los turistas pagan en dólares”.
El chófer afirma que a los turistas prefieren sentir el viento en sus cara y el clima caribeño mientras pasean por el Malecón habanero, que es la ruta más solicitada y que relativamente corta.
“Disfrutas más el paseo y la brisa del mar te acaricia el rostro”, describe. “Además, montar uno de estos autos es como viajar en el tiempo y regresar a la década del 50 aunque La Habana no ha cambiado mucho desde entonces o ha cambiado pero para mal”
Redacción Cubanos por el Mundo
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