El 95 por ciento de los jubilados cubanos perciben una pensión que no supera los 10 dólares mensuales, lo que obliga a la mayoría a seguir trabajando para poder cubrir sus necesidades básicas.
Recoger latas, envases de plástico o botellas, o buscar comida entre la basura, es una de las muchas cosas que se inventan para sobrevivir.
Un cuadro que se agrava cada día porque, a diferencia de los jubilados en España, a los cubanos no se les permite protestar pese a que el último, y escueto, aumento salarial data de hace 10 años, según publicación de CubaNet.
A finales del mes pasado, cerca de 4 mil jubilados españoles bloquearon la entrada al Congreso de los Diputados de su país, para rechazar el 0,25 por ciento de aumento salarial aprobado por las autoridades. Las concentraciones se llevaron a cabo en al menos 8 ciudades, donde se gritaron las consignas “Somos pensionistas, no terroristas”, “Hasta las pensiones nos quieren robar”, o “Menos ladrones, más pensiones”.
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El último incremento de las pensiones de la Seguridad Social ocurrió en mayo del año 2008, en el que algunas llegaron a 200 pesos (unos 8 CUC) y otras hasta 400. Mientras que las de aquellos que percibían más de esa cantidad, sus pensiones permanecieron iguales.
“La mayoría de estos jubilados perciben unas pensiones que ni siquiera les alcanzan para cubrir sus gastos de alimentación y medicinas. De este grupo debe excluirse a los militares, combatientes de la clandestinidad y otros acólitos de determinadas categorías, cuyas pensiones están en el orden de los mil pesos”.
Mueren callados
Esa lucha, esos derechos, esa justicia defendidos en España, son pisoteadas en Cuba. Los ancianos cubanos viven angustiados por dos cosas: el miedo a no comer o comprar sus medicinas, o por el miedo a las represalias del régimen a cualquier queja o denuncia.
“Los jubilados en Cuba no se unen para protestar no sólo porque los sindicatos son oficialistas, sino también por miedo a la represión, que va desde la agresión de las turbas gubernamentales hasta la prisión: Esa es la diferencia entre la democracia española y la dictadura totalitaria que tenemos en nuestro país” lamenta a sus 75 años, Gladys Linares, cubana defensora de los Derechos Humanos.
Datos oficiales
Según estudios realizados por el Ministerio de Salud Pública (MINSAP), alrededor del 22 % de los ancianos en la Isla padece tres o más enfermedades crónicas. Una condición que a más de uno lo acorrala a la muerte, ante la imposibilidad de cubrir sus gastos médicos y de alimentación.
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Según Linares, hace algún tiempo se crearon los centros gastronómicos del Sistema de Atención a la Familia (SAF), llamados “comedores comunitarios”, que además de haber muy pocos, el acceso a ellos es muy limitado por las autoridades.
“Algunos pensionados al opinar sobre estos comedores comunitarios, afirman que son establecimientos deprimentes, por la falta de higiene, debido a la cantidad de borrachos y enfermos mentales que componen la gran mayoría de sus visitantes, además de la pésima calidad de la comida, que para rematar, no es gratis, situación agravada por el desastroso estado de las instalaciones”, precisó.
Redacción Cubanos Por El Mundo