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Cárceles en Venezuela son como “campos de concentración nazi”

Un abogado argentino, preso político de Maduro, confesó como el ejercicio de su profesión dentro de la cárcel “salvó su vida”

Yare III, cárcel venezolana / Créditos: Correo del Orinoco
Yare III, cárcel venezolana / Créditos: Correo del Orinoco

El calvario de cientos de presos políticos en Venezuela narrado de la voz de uno de sus protagonistas. El abogado argentino – venezolano Marcelo Crovato, de 51 años, conversó con Infobae sobre su pesadilla en una de las cárceles donde el régimen de Maduro mantiene privados de libertad a quienes disienten de su gobierno.

La madrugada del 22 de abril se cumplirán 4 años de un día que marcó su existencia. Es a mediados de marzo, cuando logró  mediante la frontera de Colombia, huir de su cautiverio, tal y como confesaran otros disidentes que se han exiliado – Antonio Ledezma, Lester Toledo, entre otros.

Ser un defensor de los derechos humanos para la ONG Foro Penal fue su condena. “Decidieron detener a alguno para dar un escarmiento y el que dio la oportunidad fui yo” comenta.

Lo peor estaba por venir. Fue ingresado a una cárcel común, con asesinos, narcotraficantes y violadores, en la que sufrió amenazas de muerte. Logró vivir, redactando recursos, hábeas corpus  y notas jurídicas de los demás reclusos.  En su prisión debió ser operado dos veces de la columna, enfrentó cáncer de piel y dos huelgas de hambre debilitaron su integridad.

El cuadro clínico más la depresión por estar lejos de los suyos, influyó para que recibiera prisión domiciliaria, desde donde planificó su escape.

“Los defensores de derechos humanos habíamos hecho muchísimo daño al Gobierno denunciando las masivas violaciones de derechos humanos , especialmente desde la organización Foro Penal venezolano, donde yo me desempeñaba. El gobierno de Cristina Kirchner no hizo nada por mí, me dijeron que defendían el modelo y a la revolución” confiesa. 

Carcel común

El argentino recibió su pase directo  a Yare III, un recinto carcelario de alta peligrosidad para casos comunes. 10 meses dentro de ese mundo que considera no se diferencia en “nada con un campo de concentración nazi”.

“La comida era de muy mala calidad. Perdí 25 kilos en un mes y medio y al final de mi estadía había perdido 35 kilos. Nos daban agua contaminada y casi no había atención médica, porque no había medicinas ni médicos todos los días. No había cómo atender ningún tipo de dolencia”. 

El ejercicio de su profesión dentro de la cárcel “salvó su vida”. “La protección la pagaba dándole asesoría a todos. Los últimos días hubo un preso que me amenazó con matarme y los otros le dijeron ‘Deja tranquilo al abogado que nos ha hecho favores, si te metes con él, te metes con todos’. Eso era una advertencia y una condena a muerte para ese preso y se quedó tranquilo. Al final todos me debían favores”.

Redacción Cubanos por el Mundo

Written by John Márquez

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