El progreso es castigado en Cuba, por eso expandir un negocio propio asusta a muchos cubanos. El acumular riqueza, aunque sea con su propio esfuerzo, y que “se note”, es un gran riesgo para los isleños, que terminan en muchos casos en prisión por “enriquecimiento ilícito”. Según reseña Martí Noticias.
Una verdadera desgracia para un país, para el emprendimiento de miles de soñadores atrapados en la dictadura de la envidia y el egoísmo, que reserva lo mejor del ostento para los de verde olivo.
“En los estatutos no está recogida la cantidad determinada de dinero que infrinja las leyes. La razón es de carácter ideológico. Si quienes hacen dinero están dentro del aparato o cumplen las reglas del gobierno, se les permite. Si ganan plata por esfuerzo propio, siempre serán sospechosos”, opina Beatriz, abogada residente en la Isla.
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La jurista cita como ejemplo de ello a Silvio Rodríguez, Alicia Alonso o el pelotero Alfredo Despaigne, que juega en una liga profesional en Japón. Todos tienen cifras de seis ceros y nadie los impugna por delitos económicos, alegó.
Tras las rejas
Luis Alberto, habitante del municipio Diez de Octubre, se dedicó a vender aseo y ropa, una actividad que le permitió prosperar y fue adquiriendo varios bienes electrodomésticos que, finalmente, lo llevaron a la cárcel, donde el régimen lo castigó con 3 años de prisión.
“Llegué a reunir el dinero suficiente para erigir mi propio negocio. Tenía dos aires acondicionados, tres televisores de plasma, varios electrodomésticos además de reparar mi casa. Me abrieron un expediente por violar las leyes y vender sin licencia, me decomisaron todo alegando que habían sido adquiridos con dinero mal habido. Por último, me sancionaron a tres años de prisión”, narra el cuentapropista.
Otro caso notable fue el de Roberto, exadministrador de la heladería Ward, en la Avenida Santa Catalina, quien transitando por la Avenida Boyeros fue “visto” por Ramiro Valdés, entonces Ministro del Interior, quien impulsado por la envidia le hizo la vida de “cuadritos”.
“Roberto explotó por la envidia típica de los altos dirigentes. Tenía un Lada mejor que el de los pinchos. Una mañana, Ramiro Valdés, entonces Ministro del Interior, observó que un escolta saludaba a Roberto y preguntó quién era ese tipo. El guardaespaldas le dijo que era un compañero de la Seguridad del Estado. Ramiro averiguó y descubrió que era un simple administrador corrupto y acabó con él” dice Carlos, residente en la Florida.
Carlos era jefe de almacén en un hotel de lujo y vendía cualquier cosa en el mercado negro. Luego, el dinero que ganaba, lo cambiaba en dólares a uno por uno con la jefa de contabilidad del hotel.
“Mi plan era llenar los bolsillos y largarme de aquella mierda. Tengo amigos que se creyeron que podían ser millonarios en Cuba y pararon en la cárcel. Es una casta muy envidiosa, si presumes tener más que ellos, te hacen la vida imposible. Solo ellos pueden ser ricos”, asegura el hábil negociante.
Estimaciones
Onel, economista, estima que desde 2010 entre 10 mil y 20 mil cuentapropistas han podido atesorar de 10 mil a 250 mil dólares, inclusive algunos hasta más del millón de dólares.
Acumular riqueza en Cuba es un delito, lo que convierte a cualquier emprendedor en presunto delincuente, por eso muchos de ellos invierten en comprar casas a parientes, obras de arte o sacan el dinero del país a través de sus familiares.
“Entre ellos hay cubanos repatriados, que por tener un mayor capital a la hora de iniciar sus negocios y conocimientos de mercadotecnia, han generado ganancias con mayor celeridad. También cubanos que radican en Estados Unidos, que viven de la renta de sus negocios en la Isla o comparten ganancias con su familia”, explicó.
Redacción Cubanos Por El Mundo