Sus familia de humanos lo salvaron de morir degollado en un ritual de santería y ahora vive ‘guapo y apoya’o’ como dice el refrán. Ellos llevaron a Rafael, mejor conocido como el gallo Payo, a su patio, pero sus hazañas trascienden los linderos y cercas.
Los vecinos del barrio Silver Bluff West lo llaman ahora el “terrorista”. El desvelo, los ataques por comida, la persecución a otras mascotas y los niños dan pie al apodo, según reseña El Nuevo Herald.
Michael Demarziani, copropietario del restaurante Rincón Argentino, aseguró: “Alfred Hitchcock podría hacer una película de terror sobre él”.
Payo se acerca a los comensales al aire libre, muestra su pico y exige comida. Demarziani, hasta ha visto como le hundirle sus garras en la parte trasera a un bulldog.
“Este gallo es un canalla. Juraría que tiene colmillos. Les dije a mis clientes que uno de estos días vamos a servir pollo frito”.
Payo es el bravucón en una cuadra que antes era tranquila. Ataca a los perros, a los gatos e incluso a las personas que considera una amenaza para su territorio.
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Andrea Lozano, su vecina lo confirma. Incluso teme que Payo termine atacando a sus dos hijos pequeños.
“El otro día escuché a la gente gritar y las vi corriendo por la calle. Los perseguía el gallo. Es rápido y agresivo. Acosa a los perros. Él viene directamente a la puerta de vidrio de mi vecino y picotea en el cristal para molestar a sus gatos”, aseguró.
Harry Zamora, dueño de Payo se disculpó. No se había dado cuenta de que el gallo era conocido como el bravucón del vecindario.
“Estamos tratando de encontrar una granja en Homestead o Hialeah que lo adopte. No queremos molestar a nadie. Yo vivía en una granja en Nicaragua, así que cuando lo escucho cantar no me molesta”.
Zamora lo justifica. “Es muy inteligente. Él solo está protegiendo su hogar, de la misma manera que lo haría cualquier ser humano. Él es realmente un buen tipo”.
Exigencia
Lozano y sus vecinos quieren que Payo se vaya, porque entre otras cosas está violando las leyes sobre los ruidos.
Dicen que Zamora y sus inquilinos han sido poco comunicativos y desconsiderados. Mientras que Lozano fue acusada de tener un corazón frío.
Según la ley del condado de Miami-Dade, los gallos son animales de granja y no se permite que vivan en barrios residenciales.
“Mi abuela tenía una granja con gallos, gallinas, patos, ovejas. No odio los animales. Pero tenemos leyes. Nadie querría que tuviera un caballo galopando por mi patio. También es peligroso para el gallo. Sería horrible ver que lo atropella un automóvil. Sería más feliz en una granja”, concluyó Lozano.
El resultado de esta disputa, al parecer se reduce a lo que los vecinos estén dispuestos a tolerar.
Redacción Cubanos por el Mundo