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Jineteras y pingueros, la evolución de la prostitución en Cuba

Un régimen con doble moral oculta la “lacra” de la prostitución por negar que en el proyecto de su erradicación también fracasó

Las prostitutas cubanas, según dicen muchos extranjeros, son las más baratas del mundo. Foto referencial
Las prostitutas cubanas, según dicen muchos extranjeros, son las más baratas del mundo. Foto referencial

La prostitución como el oficio más antiguo del mundo nunca se ha erradicado, simplemente evoluciona.

En Cuba, durante la época republicana estaba desbordada en las llamadas zonas de tolerancia. Un abierto libertinaje que no daba paso al pudor. Ahora, aunque se intente ocultar detrás de un velo de moralidad, la prostitución se ha convertido en jineteras y pingueros que se venden por necesidad.

Según estadísticas internacionales la prostitución en Cuba antes de 1959 era de un total de 10 mil prostitutas, ahora, quienes practican ese oficio son al menos 100 mil personas. Las mujeres y los hombres se venden casi en la misma proporción.

Estas cifras sitúan a la Isla en el primer lugar en América y en el décimo lugar a nivel mundial, con más prostitución, sólo superada por los países asiáticos con Tailandia a la cabeza.

Curiosamente, antes de 1959, la cubana se prostituía con su coterráneo; primero por nacionalismo genital y segundo porque no tenían necesidad económica de acudir al extranjero puesto que el dólar era 1 a 1.

Ahora es diferente, los cubanos optan por los extranjeros por su capacidad económica, dando origen a la frase de que Cuba es el burdel del mundo.

Jorge Luis González Suárez, periodista independiente, hace un breve resumen de la prostitución en Cuba en uno de sus artículos de opinión escritos para CubaNet.

Explicó que a pesar de que el tema de los burdeles ha sido tratado de forma superficial, sin abundar mucho, en la literatura, el cine y el teatro cubano; existen muchas historias que contar en los barrios de San Isidro y Colón, ambos en la Habana Vieja.

Estampa

Cada burdel tenía casi la misma estampa. En las puertas y ventanas se paraban las meretrices, pintarrajeadas y ligeras de ropa para atraer a los clientes.

Al entrar había una sala esperando a los clientes. Con un biombo o una cortina se dejaba entre ver la parte trasera del inmueble donde estaba la acción. Luego estaban los corredores o zaguanes que conducían a las habitaciones.

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Una vez dentro los más humildes tenían cubículos divididos por un tabique de tablas, una cortina o simplemente una sábana que servía de separación. La poca intimidad parecía que era una estrategia para estimular, con los falsos quejidos emitidos por otras prostitutas, el placer de los clientes.

Las que ofrecían el servicio casi nunca vivían allí. Iban al anochecer para hacer su trabajo. Las que residían en ellos, generalmente eran de origen campesino, sin domicilio fijo en la capital, y atendían a sus clientes en cualquier horario que se les solicitara.

Las matronas, algunas veces se hacían acompañar de culos para controlar el negocio. Se quedaban con la mayor parte de la recaudación diaria. El más famoso de los chulos cubanos fue Alberto Yarini Ponce de León asesinado al inicio del siglo XX por un chulo francés de apellido Letot, quien a su vez fue asesinado por un amigo de Yarini.

Alta sociedad

Era diferente para los de alta alcurnia. Estos acudían a “los castillitos del Vedado”, que no eran más que mansiones con una arquitectura similar a la de los castillos medievales y entradas traseras para autos.

Allí las “pupilas” eran enseñadas por fotos hasta que el cliente decidía por cual pagaría.

En el argot popular los burdeles eran llamados “bayuses”, porque en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define bayú como “casa, sitio o reunión indecente u obscena”, pero esa denominación solo se usa en Cuba.

Atención

Luego del triunfo de la revolución, Fidel Castro sembró la idea de que la prostitución en Cuba era exclusivamente un servicio para extranjeros y condenó la práctica, llevándola al terreno de la doble moral.

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Era ilegal prostituirse, pero no había otras opciones para sobrevivir para el cubano. Los bayuses fueron cerrados y las prostitutas “rehabilitadas”. Las mujeres recibieron cursos de corte y costura y carros para taxear. De allí nacieron las violeteras.

Castro se llenaba la boca diciendo que se había acabado con la prostitución y que era “una lacra del pasado”, pero en realidad, el oficio solo evolucionó.

De llamarlas mujeres públicas o mujeres de la vida, ahora que sí se prostituyen con extranjeras, se les llaman jineteras o pingueros, porque la prostitución masculina va en aumento

Los bayuses, como la prostitución y el proxenetismo, tampoco han desaparecido. Ahora son clandestinos y más caros.

Las prostitutas cubanas, según dicen muchos extranjeros, son las más baratas del mundo. Y según afirmó una vez Castro, “las más cultas del planeta”.

Redacción Cubanos por el Mundo

Written by Dayana Fernández

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