Diez parejas de pastores que regresaban de una conferencia cristiana. Una paciente de cáncer en busca de una vacuna a base de veneno de escorpión. Una pareja de argentinos que soñaba con visitar Cuba al jubilarse. Entre los 105 fallecidos en el accidente aéreo en La Habana, había muchas historias por contar.
Incluso las tres cubanas sobrevivientes y actualmente en “estado crítico extremo”, tienen historias por contar. Y estas son algunas reseñadas por la AP.
Hijos de Dios
Diez matrimonios, todos pastores evangélicos, regresaban a sus casas en Holguín después de participar en una conferencia nacional. Maite Quesada, integrante del Consejo de Iglesias de Cuba, confirmó que las 20 personas fallecieron cuando el Boeing 737-200 se estrelló.
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Leonel López, líder de la Iglesia del Nazareno, a la que pertenecían los matrimonios confirmó que “eran hombres y mujeres fieles a Dios, a su familia, a su prójimo y a su gente”.
Durante su recorrido en bus al aeropuerto, los matrimonios cantaban y oraban con energía. Algunos de ellos tenían hijos.
Cumpleañero
Daniel Terrero, hubiese cumplido el domingo 20 de mayo 22 años. Pero iba en un avión hasta la provincia Holguín que se estrelló el 18. Vivía con su familia en las inmediaciones del aeropuerto internacional de La Habana y trabajaba en el sector turístico.
Maidi Charchabal, su madre, escuchó la explosión en la que perdió a su hijo. La fiesta que tenían preparada no pudo realizarse. Aún esperan que les entreguen el cuerpo.
“Estamos muy dolidos con esta pérdida. Estamos aquí hoy para que, aunque sea de consuelo, nos entreguen el cuerpecito de él, para… por su cumpleaños, poder estar con él”, lamentó Charchabal.
Con diagnostico
Rosa Isela Savala Franco, una trabajadora administrativa de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, en México, tenía 48 años y hacía visitas frecuentes a Cuba con un solo objetivo: obtener una vacuna fabricada a base de veneno de escorpión.
Alberto Savala Franco, hermano de fallecida, comentó que ella era madre soltera de cuatro hijos. Llevaba dos décadas enferma de cáncer y viajaba a la Isla con regularidad para inyectarse el veneno.
“Con las ganas de vivir que tenía, ella experimentó prácticamente con todo para combatir el cáncer. No esperábamos que su viaje fuera sin retorno”, declaró.
Al mando
Ana Marlén Covarrubias, sobrecargo excompañera de trabajo y amiga cercana del piloto Jorge Luis Núñez, el capitán del avión, aseguró que el hombre era un piloto experimentado y muy profesional que “amaba su profesión”. Estaba casado, tenía una hija ya adulta.
“Era un hombre alegre, siempre estaba contento. Fue una experiencia maravillosa volar con él”, aseguró Covarrubias.
Covarrubias conocía a casi toda la tripulación que estaba al mando. Pero conocía de forma cercana a Núñez y al copiloto, Miguel Ángel Arreola.
Arreola no tenía hijos. Le gustaba cocinar e invitar a sus compañeros de trabajo a que comieran sushi hecho en casa. “Era un buen anfitrión”, subrayó Covarrubias.
“Éramos como una familia, muy cercanos”, señaló. “A Jorge lo conocía desde hacía 20 años, y yo presenté a Miguel Ángel a su actual pareja”, comentó.
Otras dos azafatas de Global Air, Abigail Hernández y Beatriz Limón, la sobrecargo Daniela Ríos, así como el técnico en mantenimiento Marco Antonio López Pérez, todos mexicanos, también murieron en el accidente.
Cumpliendo el sueño de jubilación
Esperaron toda la vida para visitar Cuba. Oscar Hugo Almarás de 63 años, y Dora Beatriz Cifuentes de 60, planearon viajar a Cuba cuando estuvieran jubilados. Provenían de Mar del Plata, Argentina, una ciudad de playa a unos 400 kilómetros al sur de Buenos Aires.
El hombre había sido trabajador de Citibank y la mujer se había dedicado a la enfermería del hospital 25 de Mayo.
Andrés Cifuentes, sobrino de la pareja, aseguró que ambos eran excelentes personas”.
Redacción Cubanos por el Mundo