El sistema de bonos diseñado por el régimen cubano para otorgar puntos canjeables en productos a los empleados públicos no resulta ningún estímulo en la actualidad, mucho menos una recompensa a su dura labor. Los trabajadores acuden a las tiendas destinadas para el canje dispuestos a soportar sol, lluvia, además de la poca calidad y variedad entre la mercancía ofertada.
“La compra por puntos no es una estimulación ni un premio. Es una ofensiva concesión que los trabajadores aprovechan porque “algo es algo” y antes que dejárselo al gobierno que ya es dueño de todo, mejor tomar cada uno la parte que le toca, por mísera que sea”, aseguró Ana León, en análisis para Cubanet.
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Largas colas
Decenas de obreros, técnicos y profesionales del sector estatal hacen largas colas para ver cómo aprovechan los puntos, que antes de dejarlos perder y regalarlos al régimen, prefieren gastarlos en “baratijas” que ni les gusten, ni les duren, ni necesiten.
“Laborar para el Estado -salvo quizás en el sector del turismo- es una carga penosa. Literalmente se trabaja para trabajar, pues casi la totalidad del salario se esfuma en transporte, merienda o almuerzo. El mero hecho de otorgar puntos para comprar ropa y aseo de pésima calidad, denota lo retorcido de un sistema que lo único que ha sabido repartir con equidad entre la clase trabajadora, es la pobreza”.
Baratijas
Mientras que los comercios para el canje de los puntos sólo se encuentran baratijas, mucha ropa, calzado, carteras y productos de perfumería se malogran en las TRD debido a los precios inaccesibles. A ninguna autoridad cubana se le ha ocurrido surtir las tiendas de los empleados, aunque sea una vez al año, como se lo merecen.
“Y lo peor de este mezquino proceder es que el Ministerio de Educación no ha sido incluido en la escala de puntos en moneda dura. Son tan poco valorados los maestros cubanos que para ellos no hay ni cuchillas de afeitar a precios bolcheviques”, lamenta León.
Redacción Cubanos Por El Mundo
