La visita a un baño de un restaurant estatal no es nada agradable, e irónicamente, tampoco gratis. Los espacios habilitados para el aseo en los paladares estatales de El Vedado carecen de casi todo, sin embargo, la entrada cuesta un peso para los cubanos y 25 centavos de dólar para los extranjeros.
“Varios clientes se han quejado por esta penosa y antigénica situación pero, aunque ya se ha reportado, el Gobierno no asigna los recursos para el mantenimiento”, dijo un empleado bajo anonimato a Cubanet.
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Las limitaciones son diversas, en cada lugar es una historia distinta. Desde un único baño compartido entre hombres y mujeres, hasta el uso condicionado para “sólo para orinar” de los inodoros debido a daños en las tuberías.
Recorrido
En un recorrido se constató el caso del restaurante-cafetería Sofía, en la calle 23 esquina O, visitada por muchos turistas y abierta las 24 horas prestando un servicio en moneda convertible.
“La venta es buena, pero no sé qué hacen con el dinero que no lo invierten en el arreglo del baño. Si la cosa sigue así, pronto tendrán que cerrar el ‘Sofía’ por falta de retrete”, lamentó un empleado.
Otra de las experiencias particulares pueden corrobarse en la calle M, en La Arcada, en el bar-cafetería “El café de los artistas”, situado al lado de los estudios centrales de la televisión nacional.
“Cuando termines descarga el excusado con el balde lleno de agua que está dentro del lavamanos”, dice una señora a los usuarios que entran al sitio.
Decadencia
Otro caso está en la calle O, entre 23 y Humbolt, en la cafetería Wakamba, inaugurada el 16 de julio de 1956, especializada en comida china. Además de que ya no ofrece un excelente menú, su baño tampoco satisfacen a los visitantes.
“Para descargar y lavarte las manos tienes que coger agua de un tanque con una lata”, dice la cuidadora, encargada de cobrar por la limpieza, un medio de sobrevivencia debido la austera libreta que recibe cada mes.
“Soy jubilada del sector de educación y cobro una pensión mensual de 270 pesos (diez dólares) que no me alcanza para vivir, por eso tengo que seguir trabajando y lo único que encontré fue este oficio que nadie quiere”, confiesa la anciana.
Y así como estos, decenas de sitios estatales disponen de baños en muy malas condiciones, debido a la falta de inversión e interés en prestar una mejor atención a los turistas.
Mientras tanto, el contraste es notorio cuando se trata de restaurantes privados, en los que sin cobrar nada, nunca falta el jabón, el secador y las servilletas, además de la limpieza.
Redacción Cubanos Por El Mundo
