En una nueva versión de lo que el régimen cubano ha llamado “la guerra sónica”, un pastor evangélico fue condenada a un año de prisión domiciliaria por negarse a apagar sus equipos de audio durante los cultos de su congregación.
Como si los habitantes de cuba no tuvieran otros problemas más relevantes que atender y darle solución, funcionarios del régimen se han dado a la tarea de perseguir a quienes hacen ruido en las calles de la Isla, escudándose en la regulación de la contaminación sonora.
Pero, despierta la suspicacia, ya que teóricamente, esta regulación no se hace cumplir imponiendo multas o medadas tan drásticas como la prisión.
Regulación y multas
La supuesta ordenanza supone multar a las personas por contaminación sonora con 200 pesos y hasta dos mil 200 pesos de multa para los centros estatales.
Según una medición que hicieron en Cuba, publicada en la prensa oficial, expone que al menos unos 87 decibeles de sonido es la medida de ruido prejudicial que emiten los centros turísticos en la capital.
Estos centros están ubicados en La Habana Vieja y están bajo el control estatal, lo que supone que para ellos no habrá mediadas, pues con sus dólares sobrevive el régimen.
NOTA RELACIONADA: Régimen sólo atiende la “contaminación sonora” para reprimir en Las Tunas
Redacción Cubanos por el Mundo