Gente trabajadora, eso son los cuentapropistas en Cuba. No obstante, el régimen castrista los limita, los hostiga y persigue como delincuentes, pese al pago de impuestos que deben realizar sin retraso a las autoridades en la Isla.
La mayoría de los emprendedores son jóvenes desertores de empleos estatales, que asfixiados por los bajos salarios, idearon creativas maneras de percibir mejores ingresos.
“Tremendo problema le resolvíamos nosotros a la gente. Todo el mundo sabe que la comida de hospital no hay quien se la coma. Ahora saque otra licencia de manicuri hasta que pasen estos truenos, porque trabajando para el estado la cuenta no me da pues tengo dos hijas que mantener” relató a Cubanet, Yeney Hurtado, vendedora de almuerzos en las afueras del Hospital Infantil.
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Mala calidad
Mercedes, de 40 años y usuaria de un botero, cree que las autoridades no deberían poner tantas trabas a la juventud cubana para trabajar en sus propios negocios y cubrir sus necesidades, menos cuando los productos y servicios estatales son de tan mala calidad.
“No sé porque han cerrado algunas licencias. Si les molesta que un restaurante particular haga al día, no sé, 8 mil pesos, entonces que mejoren los del estado. ¿Por qué no pueden hacerlo mejor? Usted va a un lugar a comer con su familia y ve a los que trabajan para el estado sin ganas de nada, con malos tratos. Es preferible pagar un poquito más y ahorrarte esos tragos amargos” asegura la mujer.
La cubana agrega a su opinión, que muchos de los empleados en los restaurantes estatales son jóvenes desganados, frustrados por la imposibilidad de ejercer sus profesiones dignamente, con pagos que les permitan vivir decentemente.
“Muchos de esos jovencitos estudiaron algo y ahora no se dedican a lo que un día soñaron. Tengo una sobrina que trabaja en un restaurante allá en Placetas. Ella había estudiado Bibliotecología y Ciencia de la información. Creo que no terminó ni su servicio social”, lamentó.
Soluciones
Otro caso de cómo el cuentapropismo diseña alternativas, servicios y soluciones al pueblo, es el de las cubanas Yania y Karen, quienes tienen un estudio fotográfico de fotos infantiles, pese a que ambas se graduaron en la UCI, en estudios de computación.
“Aquí, en el pueblo, no había ningún centro por el estado que tirara las fotos. Todavía no existe. La gente tenía que ‘morir’ con los particulares. Pero no hacían fotos lindas, de estudio con algún que otro arreglo en editores de imágenes. Aprovechamos esa cobertura y nos va muy bien. Después de nosotras algunas personas se han embullado y ahora hay más estudios fotográficos en la ciudad”.
Es así como decenas de emprendedores cubanos, a punta de ingenio y corazón, salen adelante sorteando cada obstáculo que le impone el régimen, que parece despreciar la felicidad que les produce sentirse útiles, productivos e independientes.
Redacción Cubanos Por El Mundo