Un escape que terminó en tragedia. Un deseo de libertad que se consiguió con la muerte. Una embarcación que zarpó con la intención de llevar a puerto seguro a su tripulación. Los mil 500 caballos de fuerza que impulsaban al remolcador 13 de marzo, no sirvieron para que un grupo de 72 personas, entre ellos varios niños, lograran alejarse del horror.
En silencio caminaron hacia el muelle. Los esperaba la embarcación en donde viajarían intentando llegar a las costas de Florida. No querían ser atrapados por quienes, a servicio de la dictadura, vigilaban cualquier pretensión de escape. Zarparon cerca de las tres de la madrugada, sin sospechar que serían abordados por otras embarcaciones con cañones de agua a presión para enviar un mensaje de parte de Castro: nadie debía escapar del país/cárcel que había diseñado.
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Dos embarcaciones, condujeron al 13 de marzo hacia los arrecifes en la zona de Casablanca. Y a pesar del asedio, se pensó por un momento que lograrían escapar, cuando lograron alejarse mar adentro. Otro era el cantar: no estaban solos, los polargos (como se llamaban las lanchas) no iban a detener su marcha.
Los incesantes gritos de la tripulación pidiendo clemencia fueron en vano. Allí viajaban niños cubanos, inocentes de lo que ocurría, víctimas del odio y la persecución. Sus madres intentaban darles refugio pero no hubo mucho que hacer cuando uno de los atacantes chocó violentamente la proa del remolcador. Fue ahí donde comenzaron a hundirse sueños, anhelos y esperanzas. Vidas cercenadas sin piedad. 37 cubanos que partieron de casa, sin volver a ver la luz del sol. 10 de ellos, niños que murieron sin conocer la libertad.
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Habían logrado su cometido. El comandante estaría orgulloso. Pero la perversidad no se detendría hasta quitarle la posibilidad de respirar a quienes intentaban mantenerse a flote. Los atacantes huyeron, como lo hacen los cobardes, con el temor de ser avistados por un barco mercante que se aproximaba, según narra Juan JuanAlmeida.
Los asesinos fueron premiados. Y desde entonces, se recuerdan a las víctimas esperando justicia, una justicia que no ha llegado y por la que muchos siguen esperando.
Redacción Cubanos por el Mundo
