Mientras Gaviota, la mayor empresa de construcción en Cuba, propiedad de los militares; invierte en levantar más infraestructura para el turismo, los cubanos viven casi a la intemperie en albergues. Ellos levantan hoteles para extranjeros mientras los cubanos en Villa Clara están desamparados por el régimen que mantienen en el poder; según reseña CubaNet.
Son 28 familias. Un total de 50 personas, incluyendo 13 niños. Viven desde hace más de cinco años en el albergue conocido, en Sagua la Grande provincia Villa Clara, como la Eide. No les llega el agua, no tienen baños, ni siquiera uno comunitario; y viven hacinados y abandonados.
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O por lo menos es lo que confirma Yanetsy una mujer de 22 años que es madre de cuatro hijos. Sus vidas cambiaron drástica y profundamente cuando tuvieron que acudir a ese sitio en donde reina el olvido y la desatención del régimen que dice ser para el pueblo.
Historia
Las razones que a Yanetsy la impulsan a levantarse a diario se llaman: Yelany, de cinco años; Inaley, de tres; Osmany, dos años y Osmal de apenas tres meses de nacido. Se hizo madre a los 15 años por voluntad propia. Creyó que el sueldo estatal de su esposo podría solventar las necesidades; pero no. Con 540 pesos en Cuba no comen seis personas.
Luego de que su suegra la lanzara a la calle con un embarazo de siete meses, no sabe dónde acomodar a su familia. Le hablaron del albergue y se fue hasta allá. Osmany su esposo no creyó tampoco que “la cosa” pintara para largo.
La primera vez que alguien del Estado los visitó para verificar el estatus, mataron sus esperanzas. “Nos dijeron que estábamos ilegales, que teníamos que irnos para casa de cualquier familiar. ¿Para dónde? Si de allí había salido con casi siete meses de embarazo”, señala.
Más de eso, jamás han visto a ningún funcionario preocupándose. Ni siquiera cuando era inminente el paso del huracán Irma o cuando las aguas de la tormenta subtropical Alberto les llegó casi por las rodillas.
Los albergados en este lugar pagan la factura eléctrica y también el agua como si les llegara. Para recoger el líquido dependen de la buena voluntad de alguien con una pipa y entre tanto toman la que cae del cielo.
“No sé otras familias, nosotros sí buscamos la de los niños en casa de vecinos o en el pueblo”, señaló.
“Lo difícil no es ser madre de cuatro niños, lo difícil es vivir en un albergue. Aquí ni siquiera tenemos teléfono, cuando fui a parir al último mi esposo no estaba en la casa porque es operario de la campaña contra el mosquito Aedes Aegypti. La suerte fue que los vecinos llamaron desde sus celulares a la ambulancia, pero casi suelto al niño dentro de ella. Demoró una eternidad”, contó Yanetsy.
Sin ayuda
Su familia cuenta con todas la condiciones para un subsidio, pero el régimen no cree eso.
“¿Subsidio? Todo es mentira. Me dicen que como mi esposo tiene un trabajo no tengo derecho. Él gana 540 pesos, eso no alcanza para nosotros seis. Por sus faltas no lo dejan fijo. Tan lejos como estamos del pueblo no puedo trabajar ¿a quién le voy a dejar los niños si el círculo queda lejísimo?”
“Hacemos las necesidades en jabas, en latas. Nunca han venido a podar ni una mata, ni siquiera cuando el ciclón estaba cerca. Estamos vivos de puro milagro. Si el gobierno no nos apoya ni tengo idea de qué podamos hacer. Aburridos estamos de ir allá. Cuando atienden a la población, es como si no existiéramos. Enciendes el televisor y escuchas que Cuba manda ayuda a Dominica, a todos los lugares, pero ¿y a nosotros? ¿Quién nos ayuda?”
Redacción Cubanos por el Mundo
