Es de conocimiento público que la travesía realizada por los cubanos para llegar a Estados Unidos por Centroamérica es peligrosa, pero aún así, los relatos de los migrantes no dejan se impactar.
Un artículo publicado en el portal de Univisión, relata brevemente lo que un antillano oriundo de Pinar del Río, tuvo que pasar para llegar a la frontera de Estados Unidos con México e iniciar su proceso de asilo político.
El artículo que tiene por título “Así terminé pasando una noche dentro de una garita fronteriza donde miles solicitan asilo en EEUU”, relata la vivencia del autor cuando regresó a territorio estadounidense desde el sur, pero tuvo primero que pasar los controles migratorios.
Ahí se consiguió un panorama perturbador al ver tanto migrantes que sueñan poder rehacer su vida en el país de las oportuindades.
“Pese a la larga espera y al desagradable frío del aire acondicionado, la experiencia me sirvió para ser testigo de cómo funciona la garita fronteriza por dentro, el lugar que da esperanza diariamente a decenas de inmigrantes para entrar a Estados Unidos”.
El escritor logró establecer un pequeño vínculo con este cubano, quien le comentó sobre lo que tuvo que pasar para poder estar en esa garita que encierra tanto esperanza, como frustración.
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“En las estanterías, había muchas cajas de agua embotellada, comida instantánea, galletas dulces, jugos concentrados y pañales. El agente Figueroa, un veterano de la guerra de Irak originario de Puerto Rico, dejó su computadora para ofrecerle sopa de fideos a un grupo de cinco cubanos y se las preparó en un microondas”.
“Uno de ellos, un hombre de 31 años de Pinar del Río, Cuba, me contó que su viaje empezó en Guyana, tomó unos dos meses y atravesó una decena de países. Cruzando un bosque panameño, fueron asaltados. Un matrimonio cubano fue disparado, tres mujeres violadas, y él herido. Me lo explicó enseñando sus cicatrices en la cabeza y en la cara”.
A este cubano lo espera su familia en Hialeah, pero primero debe pasar la entrevista de “miedo creíble”, de lo contrario podría ser deportado.
“En la entrevista con los agentes –me decía el profesor Josiah Heyman–, el inmigrante debe demostrar que tiene miedo de sufrir un daño psicológico o físico por parte de alguien en el país de origen. El hombre cubano se quedó pensando sobre qué decir”.
Tras la larga espera, los agentes le devuelven al escritor su permiso de trabajo y le permiten volver a ingresar a los Estados Unidos.
La tardanza, según el artículista, se debe a que los agentes en la frontera están saturados por las grandes cantidades de peticiones de asilo político, y no cuentan con los recursos necesarios.
Redacción Cubanos por el Mundo
