Elizabeth Amanda Rodríguez Obregón nació en Cabaiguán, Santi Spíritus padeciendo de dos delicadas afecciones, un orificio de ocho milímetros en el corazón y una estenosis pulmonar que afortunadamente ya fue tratada.
Con sus 11 años de edad, no ha conocido lo que es una casa digna, pues al momento de su nacimiento, el régimen le prometió a sus padres una vivienda que hasta el sol de hoy no ha llegado.
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Los médicos le advirtieron a sus papás que la joven no debería estar expuesta a ruidos, polvo ambiental y estres. Ellos hacen todo lo posible para que en la garita de un parque abandonado hayan las condiciones mínimas para la menor mientras siguen esperando lo prometido.
Yanet Obregón Palma, madre de Amanda, asegura que se ha entrevistado varias veces con autoridades del municipio, pero nada que le dan una respuesta, detalla Diario de Cuba.
“Mi hija tenía una consulta mensual hasta la edad de cuatro años en el Hospital William Soler, de La Habana, hoy tiene una anualmente debido a una pequeña mejoría”.
Según los médicos, el orificio del corazón se redujo a 5,6 milímetros, pero el cuidado que recomiendan sigue siendo el mismo.
“Mi papá, al ver la morosidad e indolencia de los encargados del caso en el municipio, decidió escribir una carta al Consejo de Estado. Supimos que la respuesta quedaba en manos de la provincia, aún así continuamos esperando. Mi padre decidió no volver a escribir por temor a que ocurra lo mismo”.
La madre afirma que en el parque residen otras 16 familias, y que donde ella está el espacio es reducido y “cuando llueve se moja”.
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Sin embargo, critica que en la pequeña comunidad marginada funciona un Comité de Defensa de la Revolución (CDR) y participaron en las pasadas “elecciones”.
“Al parecer es para lo único que somos legales”, dijo un residente en la zona que pidió no ser identificado.
Amanda ha sido visitada por trabajadores sociales desde que tenía ocho años, pero en los últimos tres años solo ha recibido un colchón, una cocina de inducción, un juego para dormir y una cuenta social con una ayuda de 175 pesos cubanos.
En la zona en la que reside la familia se han llevado a cabo tres inversiones: una planta de reciclajes de desechos sólidos, una base de generación de energía con 16 motores y un molino de piedra, que han empeorado las condiciones de vida.
“Entre el mal olor que desprende la planta de desechos, el alto ruido de los motores de generación y el polvo del molino, esto se ha convertido en un lugar inhabitable. Algunos piensan que lo hicieron a propósito, tampoco sabemos si los que atienden Medioambiente conocerán de esta situación”.
Entretanto, la familia sigue asistiendo a citaciones del gobierno municipal, en las que solo recibe evasivas.
Redacción Cubanos por el Mundo
