El lujoso hotel Grand Packard abrió sus puertas en La Habana para darle un brillo moderno a la capital envejecida. El propio Miguel Díaz-Canel fue quien lo inauguró bajo la mirada de miles de cubanos que ven con impotencia como solo la cúpula castrista logra disfrutar de las lujosas instalaciones.
CubaNet decidió salir a calle para consultar entre los vecinos del Packard en que beneficia la apertura del edificio, a los que muchos respondieron que son escasos, por no decir ninguno.
“A los cubanos no nos beneficia en nada. Quizás para el turismo, para la entrada de divisas al país, pero para el problema habitacional está muy mal”.
Pero dentro de todo, algunos le ven el lado positivo a la situación y afirman que el régimen ahora se verá obligado a reparar la fachada de los edificios adyacentes para que no generen ruido ante la imponente obra.
Mientras alrededor del hotel, las calles han sido reparadas, las fachadas pintadas y sustituidas las líneas de abastecimiento de agua, resolviendo a los residentes de la zona un problema de larga data.
“La mano de los inversionistas se ha ocupado de maquillar el desgaste que, de haber quedado tal cual, hubiera afeado la visualidad en torno al hotel; pero de las fachadas hacia adentro, el deterioro continúa”, afirma el portal.
Sin clientes
Sin embargo, detrás del entusiasmo del régimen por construir cada vez más hoteles, hay un problema que está golpeando a esta iniciativa y es la falta de extranjeros que ha venido en decadencia.
Ese problema ha perjudicado tanto a la inversión castrista como a los propios cubanos dueños de casa de renta.
“Ojala que con este hotel se incremente la entrada de turistas y se arreglen todas las fachadas”.
Redacción Cubanos por el Mundo