Los reos encarcelados por delitos comunes exigen al régimen le sean respetados sus derechos y denuncian que están siendo víctimas de la explotación laboral, puesto que no les paga el salario acordado en el debido tiempo de cobro, y producto a su condición de presos se les imposibilita a reclamar.
“Nos están explotando, nos roban nuestro dinero porque como somos presos no tenemos a quien reclamar”, afirmó, bajo condición de anonimato por miedo a represalias, un reo recluido en el campamento El Chico.
El empleo de presos como fuerza laboral en varias actividades del sector estatal continúa siendo el salvavidas del régimen cubano.
Labores de construcción y limpieza de hospitales son los trabajos más cubiertos por la población penal, a causa del alto déficit de personal civil para realizar estas labores. Sin embargo, a pesar de que juegan un papel importante en este sentido, no son retribuidos debidamente por sus labores.
“Yo hice, en quince días, dos casas hasta la altura de la ventana como me dijeron, y desde que empecé me aseguraron que me pagarían por producción y no por horas. Ahora que terminé me dijeron que me pagarán por horas, y lo que me van a pagar es una miseria. Eso es explotación aquí y donde quiera”, aseguró, por otro lado, el reo Denis Pérez Acuña, recluido en el campamento El Chico.
Denis, al igual que otro grupo de presos, trabaja en una brigada de construcción del contingente Blas Roca, encargado de transformar almacenes abandonados en la zona de Santiago de las Vegas, del municipio Boyeros, en viviendas para damnificados de derrumbes.
“Nos dijeron que era una tarea especial porque esto era una obra priorizada, que se necesitaba rapidez en el trabajo, y a cambio íbamos a tener nuestros beneficios. Incluso nos informaron que nos darían pase cada 30 días, pero todo ha sido mentira, nos engañaron. Aquí nos explotan, y los civiles cobrando miles de pesos a costa de nosotros”, aseguró Germán Gómez González, quien también se encuentra recluido en el mismo campamento penitenciario.
Deportados
Por su parte, un caso de deportados es el de Juan Araujo Castillo, quien contó que el régimen lo ha estado estafando desde que fue deportado desde Estados Unidos en 1990, y “aún continúa haciéndolo”.
“Cuando llegué a Cuba me quitaron mis cinco mil pesos, y vivo en la calle porque no tengo casa, por eso es que a cada rato caigo preso, porque estoy luchando. Estuve trabajando en el Hospital Naval, pero como según ellos soy excluible me botaron, porque no era confiable. Allí me sentía bien, pero mira tú, sin fallar me botaron, y aquí entonces ellos me roban”, insistió.
La situación se repite en varias instalaciones penitenciarias en la Isla, Diosisme Pérez Bencomo, recluido en la Prisión 1580, ubicada en el municipio capitalino de San Miguel del Padrón, denuncia que allí los reos están siendo sometidos a trabajos forzados en una fábrica de bloques que allí opera.
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Redacción Cubanos por el Mundo