Una pequeña zona residencial de “circuito cerrado” en Matanzas, alberga a un grupo de obreros hindúes que son los encargados de construir hoteles y otras estructuras para el régimen castrista. Pero los extranjeros no sufren los embates del socialismo a los que si están acostumbrados los cubanos.
Casas modernas, con aire acondicionado, jardines y hasta una tienda totalmente abastecida, es como viven los trabajadores indios, quienes levantaron una dura polémica hace dos años tras las renovación del Hotel Manzana Kempinski, ya que la dictadura prefirió sobrepagar a estas personas antes que usar obreros cubanos, alegando que estos no estaban cualificados.
La vivienda que ocupan los hindúes no se parecen en nada a las tétricas estructuras que albergan a familias cubanas.
Las casas cuentan con jardines, duchas exteriores, agua las 24 horas del día y entradas al mejor estilo de su país natal.
Los extranjeros no deben hacer extensos viacrucis como lo hacen los cubanos para conseguir los alimentos, pues el emporio militar GAESA les dispuso una tienda cercana para que pudieran comprar todo lo necesario para el hogar.
En tal sentido, los militares le pagan jugozos salarios a los indios y estos pueden gastarlos en las tiendas del régimen.
Este “circuito cerrado” está rodeado de una comunidad de cubanos que deben ver como los hindúes disfrutan de las facilidades que les otorga el régimen.
En ese pedazo de tierra, el socialismo no existe, la escasez de comida es solo una leyenda, el temor porque la casa se derrumbe no es conocido y la falta de agua no se vive.
Redacción Cubanos por el Mundo
