El discurso revolucionario es, sinceramente, algo que no aplica el régimen de Cuba. A pesar de pregonar la igualdad de clases y satanizar a los ricos, los personeros de la dictadura tienen lujos particulares, casi imposibles de alcanzar para un cubano de a pie.
Y es que, en su más reciente gira por Sancti Spíritus, el madamás de la Isla, Miguel Díaz-Canel, salió a darse un “baño de pueblo” portando prendas que a la vista resultan comunes, pero en realidad cuestan mucho más de lo que lograría un trabajador de la Isla.
Tal es el Smarth Watch marca Tag Heuer que lleva en su brazo derecho, cuyo valor alcanza los mil 950 dólares en tienda online.
Es decir, para que un obrero cubano, de esos que tanto el régimen dice defender, pueda comprarse este reloj, deberá trabajar 5 años y medio sin gastar un solo centavo de su salario.
Pero este tipo de conductas se extienden a lo largo de toda la familia. La primera dama de Cuba le gusta lucir costosos bolsos, vestidos de diseñador al igual que su calzado.
Los familiares de la dinastía castrista, también gozan de lujos impensables para el pueblo, como yates, viajes al extranjeros, autos europeos y teléfonos de última generación.
En tal sentido, el discurso de la igualdad solo queda para aquellos que sigue a la revolución, y que deben conformarse con los “regalos” que el castrismo les hace, como una casa a medio construir, comida rancia, desabastecimiento, escasez, falla en los servicios, entre otras cosas.
Redacción Cubanos por el Mundo
