A Rudys Columbié Ramírez nunca se le olvidarán los gritos de sus compatriotas siendo arrastrados por un río crecido en el corazón de la peligrosa selva del Darién.
Este cubano de 45 años, es uno de los tantos miles de migrantes que se internan en el follaje que divide a Colombia con Panamá, para poder llegar a los Estados Unidos.
A pesar de estar operado de una pierna y tener que andar en muletas, las ganas de libertad y prosperidad de este hombre son más grandes, es por eso que tomó la decisión de hacer la peligrosa travesía.
Según informa el diario El Tiempo, el antillano necesitaba dos meses de reposo tras el accidente que sufrió en su moto en Cuba, pero el desespero era más grande que el dolor.
Sin embargo, esa travesía casi le cuesta la vida, pues se salvo “por poquito” de un destino fatal. Pero tuvo que presenciar la muerte de 66 migrantes, entre ellos varios de sus compatriotas.
“El último día de la travesía, ya no tenía fuerzas. Un grupo de migrantes, que ya habían llegado al campamento y venían de regreso en busca de sus familiares, me ayudaron a llegar al final”, relata.
“Aún me faltaba cruzar cuatro pasos de río y ellos me pasaron en sus hombros. Me dejaron cerca del pueblo de Bajo Chiquito, donde me encontré a un joven con un caballo. Así pude salir de la selva”, dice.
Pero su voluntad se impuso y hasta hace poco Rudys Columbié “se encontraba en la frontera entre México y Estados Unidos, esperando su turno para pedir asilo político e ingresar al país de forma legal”
Mientras permanece en México, el cubano espera paciente poder ingresar a Estados Unidos. Se niega regresar a Cuba, pues allá solo le espera represión y hambre.
Redacción Cubanos por el Mundo