La frontera mexicana era solo una escalada más para los cubanos en el tránsito hacia Estados Unidos pero la nueva normativa migratoria tras la decisión de Estados Unidos de que permanezcan del lado mexicano esperando respuesta sobre su asilo, podría haberlo cambiado todo.
Así reseña un reportaje de The New York Times, en relación a cómo los migrantes cubanos deciden instalarse en Ciudad Juárez, una ciudad fronteriza de México, en la que desde hace más de una década el narcotráfico ejerce control absoluto.
Actualmente, la ciudad mexicana acoge a miles de cubanos que continúan esperando respuesta sobre sus solicitudes de asilo en Estados Unidos y han erigido con lo que tienen a mano, su nuevo hogar mientras buscan trabajos de paga diaria.
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Así, han visto cómo abren sus puertas restaurantes cubanos, cuya bandera identifica a los isleños para que sepan que hay un lugar parecido a casa, aunque es en “capitalismo, que es mucho mejor”.
“Todo es cuestión de suerte”, dijo Ramón Santo Domingo Ramos, el cocinero del restaurante.
Ante la realidad migratoria, los cubanos así como otros migrantes centroamericanos van adaptándose a una realidad: ya este podría ser su punto final de llegada, tras las estrictas políticas de inmigración.
“Quieren cruzar a los Estados Unidos”, dijo Armando Cabada, alcalde de Ciudad Juárez. “Tienen el sueño americano, pero se topan con el muro de Trump”.
Dayami, de 28 años y perteneciente al grupo de migrantes cubanos en Ciudad Juárez, llegó a través de la selva panameña con su hijo de 3 años. Confiesa que por “tus hijos arriesgas tu vida”. Aunque llegó decidida a continuar hacia Estados Unidos, comienza a sentirse ya agotada de esperar.
En esa decisión de permanecer albergada en un refugio de la Iglesia San Juan Apóstol y Evangelista, manifiesta sentir temor de dejar al pequeño solo para buscar trabajar, lo que la lleva a continuar encerrada con él jugando y haciendo tareas.
Guerreros cubanos
Pero la gran mayoría de cubanos se logra colar en la dinámica mexicana. El reportaje asegura que desde vigilantes nocturnos, camareras, carpinteros, asistentes y hasta peluqueros, son identificados como cubanos y logran desenvolverse.
“Me siento satisfecha aquí, me siento útil”, dijo Náyade Hidalgo Ruiz, de 24 años, quien atiende mesas en el restaurante cubano, Little Habana.
Hidalgo fue regresada en junio al lado mexicano hasta su audiencia de asilo en diciembre.
Aunque gana poco más de 10 dólares al día, resulta un salario mejor con más opciones que en Cuba. “Puedo comprar un yogurt si quiero”, dijo. “Aquí es diferente, es capitalismo, es mejor”.
Cristina Ibarra, una empresaria en Ciudad Juárez, abrió Little Habana, dándoles a sus empleados cubanos la libertad para diseñar el menú y sorprender a los comensales.
Tiene pensado abrir una pizzería también cubana, con el cocinero de Little Habana, el Sr. Santo Domingo.
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Santo Domingo dirigía una pequeña cafetería en Cuba, pero se irritaba bajo las rígidas reglas contra cuentapropistas en la Isla. “La policía te acosa”, dijo. “No hay condiciones para trabajar”.
“Me gusta estar en el negocio”, agregó el Sr. San Domingo.
A diferencia de Cuba, en México “puedo ir al mercado y comprar todo lo que necesito para trabajar”.
Redacción Cubanos por el Mundo