El cubano Arnaldo Frómeta Dulfo fue condenado a 15 años de privación de libertad por el delito de “tráfico internacional de drogas”.
Ahora que cumplió diez años de su condena, y está próximo a ser beneficiario con la libertad condicional, las autoridades le extendieron la sanción de cuatro años por un supuesto delito de “evasión”.
El cubano de 39 años y padre de una niña de seis años y una adolescente de 17, está recluido en la prisión de Quivicán, Mayabeque. Allí está asignado al destacamento 16. Asegura que el nuevo cargo “es en represalia” por negarse a ser informante de Dirección Nacional Antidrogas (DNA).
Hechos
Según el reporte de Diario de Cuba, el hombre relató los hechos que ocurrieron mientras permanecía trabajando en el campamento penitenciario Ho Chi Minh.
Explicó que el sábado 6 de enero de 2018, mientras trabajaba como albañil en el policlínico Felipe Poey, en el municipio Nueva Paz. Allí pidió permiso al oficial a cargo de la brigada de internos, Noel González López, para ir a una pizzería ubicada justamente frente a la estación policial del territorio.
Cuando se dirigió a la pizzería fue interceptado por un oficial de la Policía y otro de la DNA. Después de ser preguntado por ambos agentes y explicar que se encontraba allí bajo autorización, le pidieron que los acompañara a la estación policial.
Al preguntar si sucedía algo con su persona, para avisar al jefe de brigada, el oficial de la DNA le aseguró que no.
El agente de la DNA , en una oficina, le expuso su propósito y es que fuera su informante dentro de la prisión. De lo contrario, no le dejaría irse y revocarían su solicitud de libertad condicional.
El cubano Frómeta Dulfo se negó, alegando que no estaba cometiendo delito alguno, y fue conducido a una celda.
Represalias por no “chivatear”
Diez minutos más tarde, su jefe de brigada se personó en la estación policial. Allí explicó ante el oficial de la DNA que Frómeta Dulfo estaba autorizado por él, y que además era un buen interno y un buen trabajador.
Según el relato del prisionero, el oficial de la DNA le extendió la mano y le aconsejó cuidarse pues le faltaba poco para extinguir su condena. Posteriormente lo dejó marcharse con su jefe de brigada.
Al llegar al campamento, después de terminar la jornada de trabajo, el oficial de guardia preguntó quién era Arnaldo Frómeta Dulfo.
Al identificarse, fue inmediatamente esposado y conducido a una celda. En el interrogatorio posterior, ante el jefe del campamento, Frómeta Dulfo narró su encuentro con el oficial de la DNA.
Pero en esta ocasión González López, el jefe de brigada, se retractó y negó haberle dado la autorización para ir a merendar a la pizzería. Hecho que, además, como refirió Frómeta Dulfo, “sucede todos los días y con todos los internos que trabajan en su brigada”.
Finalmente, a Frometa Dulfo se le acusó, 72 horas después, del delito de “evasión” y fue llevado a juicio en julio del presente año.
Dos meses después fue informado de la sentencia: cuatro años de privación de libertad y, por ende, el rechazo de su solicitud de libertad condicional.
Indicios de suicidio
Iris Vega, esposa del cubano Frómeta Dulfo, resaltó que resulta demasiada coincidencia que fuese, precisamente, un operativo de la DNA quien interceptara a su esposo en el trayecto hacia la pizzería.
“En la dirección provincial de prisiones, en 15 y K, la oficial que me atendió me confirmó que a mi esposo le habían aprobado la libertad condicional. Es absurdo que mi esposo fuese en contra de su único deseo y que finalmente había logrado”, dijo Vega.
“Temo que atente contra su vida, pues me juró que no cumpliría ni un día más de la condena por la cual sí cometió delito”, añadió.
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Redacción Cubanos por el Mundo
