El “puesto a dedo” de Cuba, Miguel Díaz-Canel, sostuvo un encuentro con cubanos residentes en Irlanda, que estuvo marcado por promesas y exhortos que al castrista al parecer no le gustaron.
Una cubana identificada en Facebook como Annarella Grimal, relató como fue el encuentro de los antillanos con Díaz-Canel durante su visita a Dublín.
La dama cuenta que le embajada de Cuba en el país, indicó que el “puesto a dedo” se reuniría con “todos” los cubanos que ahí vivían, pero apenas habían unas 20 personas, por lo que se imaginan fueron seleccionadas por la diplomacia castrista para armar su teatro.
“Por un momento me sentí en Cuba. Allí, en el lobby bar del Clayton Hotel, risas, exclamaciones y abrazos entre una docena de cubanos irrumpían en la serenidad otoñal de Dublín. Nunca había estado en esa parte de la ciudad, Ballsbridge se llama, y nunca había compartido con tantos cubanos aquí en Irlanda. Me sorprendió descubrir que la mayoría de ellos lleva años viviendo en Irlanda. La noche prometía surrealismo por los cuatro costados”.
Díaz-Canel llegó a la cita pasada las 8:00 pm junto el canciller castrista Bruno Rodríguez. Comenzó su disertación con promesas sobre el precio del pasaporte y otros asuntos de política exterior.
Lo que le llama la atención a la mujer, es que en ningún momento el “puesto a dedo” ofreció soluciones, todo fue promesas.
“Sin embargo, no dio plazos para responder las preocupaciones y temáticas que mencionó, ni compartió ningún plan de acción concreto al respecto, pero aclaro que “todas las respuestas siempre dependen mucho de cómo, en materia de relaciones internacionales, se comporte el gobierno de los Estados Unidos con Cuba”
Por supuesto no dejó pasar la oportuindad para hablar del embargo estadoundense y de cómo está afectando a Cuba.
Fue después de eso cuando la cubana aprovechó para pedirle al “mandamás” mayor tolernacia ideológica, luego de que este pidiera el apoyo de los exiliados para defender a la “revolución”.
Al parecer a Díaz-Canel no le gustó el exhorto.
“Veo tantos problemas que tenemos en nuestro país, uno de los peores es la discriminación por razones ideológicas, y sentí que hubiera sido irresponsable desaprovechar ese encuentro. Me dio la impresión que al presidente no le gusto y confieso que cuando al final el Ministro Bruno me preguntó mi nombre y mis apellidos, cuando le repetí lo del castigo de los ocho años, lo primero que pensé fue que me pondría en una lista negra; la misma que hoy impide a mi primo ver a su única hija, la misma lista negra que prohíbe a miles de cubanos no asistir a un funeral de un ser querido, no estar en los cumpleaños de su mamá o en la graduación del sobrino”.
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La cubana asegura que le hubiese preguntado más a Díaz-Canel sobre lo que ocurre en la Isla, pero los demás también realizaron sus preguntas un poco más favorecedoras.
“Tal vez muchos me critiquen porque “dialogué con la dictadura” o “porque critiqué a la revolución” y están en todo su derecho, pero yo he quedado bien con mi conciencia que es, al final, lo que da paz interior. No creo que un cubano de verdad, humano, honesto y justo deba imponer la separación familiar, el destierro y la discriminación, por ningún motivo, a otro cubano que jamás ha cometido un delito, de acuerdo a las leyes internaciones y a la Constitución de Cuba”.
Redacción Cubanos por el Mundo