Un migrante cubano recibió asilo y fue puesto en libertad el pasado fin de semana, luego de ocho meses de angustia esperando en México y tras pasar por una cárcel migratoria en Estados Unidos.
Rainer “Ray” Rodríguez, contó su experiencia a Border Report. No fue sino hasta la semana pasada que recibió el asilo político y estuvo cerca de una semana en una cárcel migratoria.
El cubano de 35 años, que ahora se encuentra en el sur de Texas, dijo que lo pusieron en una celda de detención con otros 100 hombres migrantes la semana pasada en un centro de detención en Port Isabel, Texas.
Esa detención lo sorprendió, porque las autoridades nunca le indicaron a donde lo enviarían al embarcarlo en un autobús de la Patrulla Fronteriza después de su audiencia en la corte judicial de la ciudad de Brownsville.
“Sacaron a los visitantes y luego me pusieron en un área de espera diferente y nunca nos dijeron nada. Y luego me subieron a un autobús de la Patrulla Fronteriza y me llevaron a Port Isabel”, dijo Rodríguez por teléfono el lunes por la tarde.
“No lo supe hasta que llegué a la instalación real donde estaba”, explicó el cubano.
Cifras que no brindan esperanza
El miércoles, Rodríguez se convirtió en uno de los pocos inmigrantes a los que un juez de inmigración de Estados Unidos les concedió asilo.
Durante el mes pasado, a lo largo de la frontera suroeste, solo recibieron asilo 12 de los 47 mil casos estudiados en 2019.
Pero su alegría rápidamente se vio ensombrecida cuando se encontró encerrado en una celda con otros 100 hombres migrantes.
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Describió el centro de detención como limpio, los guardias fueron cordiales y le dieron artículos de tocador. “Está organizado. Estaba limpio Tenía miedo de todo lo relacionado con no ducharse, pero me dieron un cepillo de dientes y jabón. Los guardias no fueron malos”, dijo Rodríguez. “Pero sigue siendo una prisión”.
Rodríguez había estado esperando en México desde el 12 de mayo: pasó ocho meses viviendo en varios hoteles y amontonado en apartamentos con otros inmigrantes en la ciudad fronteriza del norte de México.
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Después de ser liberado este fin de semana, sus amigos organizaron una cena para él el sábado por la noche. El domingo, celebró en la playa.
“Todo es muy surrealista”, dijo Rodríguez sobre las comodidades de ir a una playa que geográficamente ha estado tan cerca, pero literalmente es un país aparte.
“Está tan cerca y es tan deprimente. Todavía me estoy acostumbrando a todo. Me está tomando un poco de tiempo adaptarme”.
Redacción Cubanos por el Mundo
