Las mujeres en Santiago de Cuba deben ingeniárselas al momento de atender sus necesidades mensuales. La escasez de almohadillas en la provincia, las obliga a usar métodos antiguos, como trapos e incluso pañales de bebé, mientras atraviesan el periodo menstrual.
El noviembre de 2019 fue la última vez que las cubanas lograron adquirir las “íntimas” en las farmacias, desde entonces comienzan a fallar hasta en las tiendas recaudadoras de divisas.
Muchas fueron “tomadas por sorpresa” ya que la escasez vino “de golpe” pese incluso a que el castrismo anunció con bombos y platillos la apertura de una fábrica de almohadillas en la Zona de Desarrollo de Mariel, cuya administración era compartida entre Cuba y Vietnam.
De acuerdo con lo publicado en el momento, la fábrica supliría el déficit que existía por la falta de materias primas y la poca capacidad de distribución.
La promesa, como otras en el actual contexto cubano terminaron incumplidas y los efectos saltan a la vista, detalla CubaNet
“Ya yo no veo la menstruación pero mi hija sí, y este mes ha sido la mundial con las íntimas. Cuando le cayó salí para la calle como una loca a pedir, y una amiga me prestó un paquete hasta que yo consiguiera”, dice una santiaguera.
Las “íntimas” son uno de los tantos productos que se encuentran “regulados” en Cuba. A las mujeres que menstrúan les corresponde un solo paquete de 10 almohadillas y deberán pagar 0.40 centavos de peso cubano.
Aunado a eso, su calidad es pésima y muchas las critican. “Son pequeñas, duras, demasiado finas y poco absorbentes”, comentan
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“Están concebidas para un flujo menstrual normal, o tres horas de duración como máximo. Las mujeres que por distintas causas presentan menorragia o sangrado intenso, agotan el paquete normado en apenas unas horas, de modo que estarían obligadas a recurrir al mercado negro donde las mismas almohadillas se venden a 10 pesos (CUP), si no, deberán adquirirlas en las tiendas estatales en divisas convertibles, donde el paquete más barato cuesta más de 1 dólar”, detalla el portal.
Pero en vista de la escasez y la necesidad, las santiagueras optaron por usar trapos, un método poco higiénico y prehistórico, que recuerda a muchas al llamado “periodo especial”.
“Jamás había hecho eso. Yo era de las que no usaba ni siquiera algodón, y verme en estas, lavando trapos para volverlos a usar me mata de la vergüenza”, admitió una joven.
En otras provincias, incluida La Habana, se vienen reportando desde hace meses situaciones similares a la de Santiago de Cuba.
Redacción Cubanos por el Mundo