El expresidente del Gobierno de España José María Aznar, fue duramente criticado por el diario estadounidense The New York Times por su irresponsabilidad por escapar a Marbella, en medio de la emergencia por la pandemia del coronavirus en España.
El político español fue señalado en un reportaje que lleva por nombre “Los ricos de Europa huyen del virus a sus segundas residencias propagando ira y miedo”, en el que señala las acciones de comportamiento individualista y poco responsable de millonarios, que ignoran todas las medidas de confinamiento y precaución.
Entre estos “ricos”, el diario neoyorquino nombra a José María Aznar, que salió de Madrid tres días antes de decretarse el estado de alarma para refugiarse en su chalé de Marbella hasta que se calme la situación.
Aznar se trasladó a la localidad malagueña acompañado de su esposa Ana Botella y de su grupo de escoltas, para confinarse en una finca en la que cuenta con la protección de una patrulla de la Policía Nacional.
El reportaje denuncia que este éxodo de millonarios y personalidades, se describe su actitud como “egoísta e irresponsable”, al ofrecer un ejemplo pésimo a la ciudadanía con sus escapadas a otras localidades para evitar pasar la cuarentena confinados en las ciudades.
Los ricos no solo eligieron de destino confinarse en Marsella; The New York Times cita además a Francia, Italia y Grecia, donde se constata un gran malestar en algunos sectores de la sociedad con la actitud de quienes se han movido a sus segundas residencias.
La huida hacia las casas de descanso no ha sido del agrado del ciudadano común. La pandemia global hace cada vez más evidente: la creciente brecha entre ricos y pobres.
Más que en cualquier otra parte, ese enojo está a flor de piel en Francia, que tiene 3,4 millones de casas de descanso, muchas más que cualquiera de sus vecinos, y cuya política interna ha experimentado gran agitación desde hace algunos años debido al debate en torno a la desigualdad.
Algo similar ha ocurrido en Grecia en algunas islas del Egeo, cuyos alcaldes han pedido al Gobierno que frene este éxodo de millonarios, porque lo que hacen es esparcir el virus; o al menos potencialmente pudieran hacerlo.
Un alcalde de Noirmoutier, Francia, Noël Faucher, comenzó a planear medidas para bloquear el único puente que los une con el continente. Sin embargo, las autoridades nacionales le advirtieron que sería una medida ilegal.
“No pudimos hacer nada, porque las instrucciones no fueron que la gente se quedara en su dirección principal”,
recuerda Faucher, quien describe el flujo de foráneos como “una invasión”.
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