Una bisabuela de 90 años creyó su vida acabaría cuando fue diagnosticada con COVID-19, sin embargo, logró vencerlo y está de vuelta en casa.
En cada respiración agitada, Geneva Wood sentía la muerte sobre ella.
Ella reconocía que sus pulmones de 90 años se estaban llenando de líquido. Se estaba ahogando de adentro hacia afuera. El COVID-19 se había apoderado y ella tenía una última solicitud, darle el último adiós a sus hijos, nietos y bisnietos.
“Le dije al doctor, este es el final. No voy a lograrlo y quiero ver a mi familia. Y ese era mi único deseo, poder hablar con mis hijos nuevamente”,
dijo Wood.
El médico que la trataba, no pudo negar su petición, pues ciertamente, Genova estaba muriendo.
El llamado llegó a la familia. Sus hijos fueron fueron a ver a su madre con vida por última vez. Con tan poco oxígeno en sus pulmones, Wood estaba perdiendo incluso la capacidad de hablar.
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“No pensaron que ella iba a lograrlo, y que deberíamos seguir adelante y bajar mientras ella todavía puede hablar con nosotros”,
dijo su hija Cami Neidigh.
La anciana de 90 años, recién se había recuperado de un accidente cerebrovascular, con el que no podía caminar, ni hablar lo suficientemente bien como para ser entendida.
“Fue un poco cruel, ya sabes, acababa de aprender a vivir de nuevo”.
relató su hija tras la noticia de que su madre estaba al borde de la muerte.
Pese al diagnóstico poco alentador, el personal médico continuó los cuidados.
Nunca había sentido el tipo de agotamiento que venía con COVID-19. El fuego de una bisabuela dice que sobrevivió a la gripe docenas de veces mientras criaba a sus hijos y sobrevivió a la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, pero nunca quiso darse por vencida hasta que recibió el coronavirus.
Pero su cuerpo luchó contra eso. Y ella sobrevivió, y a sus 90 años conserva su humor intacto.
“Todavía no estoy muerta”, bromeó Wood a la enfermera a quien le pidió que le trajera agua.
A sus 90 años Wood fue una de las afortunadas pacientes. Cincuenta y cinco personas asociadas con el hogar de ancianos Life Care murieron, muchas más jóvenes que ella.
Ahora Wood está en casa y puede hablar con su familia, a quien una vez temió que nunca volvería a ver o hablar y en el hogar se acurruca a su hija
Se acurrucó junto a su hija en su silla grande y cómoda y se maravilló de lo feliz que estaba de estar en casa.
“Me gusta aquí. Una de las cosas por las que luché fue poder estar con mis hijos. Para darles un abrazo o una patada o lo que sea que necesitaran ”,
dijo Wood.
