Un estudio científico revela que el metal tipo cobre puede ser un buen aliado en la lucha contra el nuevo coronavirus en el mundo.
Una publicación en el Smithsonian Magazine, informa sobre un grupo de investigadores que constató que el nuevo coronavirus que causa la pandemia COVID-19 sobrevive durante días en vidrio y acero inoxidable, pero muere pocas horas después de entrar en contacto con el cobre.
Científicos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (el CDC), la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y la Universidad de Princeton publicaron en la revista The New England Journal of Medicine un análisis que demostraba que en el cobre el Covid-19 solo aguantaba 4 horas, mucho menos que los 3 días que conseguía sobrevivir sobre el plástico o el acero inoxidable.
Bill Keevil, investigador de microbiología de la Universidad de Southampton (Reino Unido), ha estudiado los efectos antimicrobianos del cobre durante más de dos décadas.
Ha analizado el comporamiento sobre el cobre de infecciones, como el Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (MRSA); el Síndrome Respiratorio del Medio Oriente (MERS) y la pandemia de gripe porcina (H1N1) de 2009.
Todas las investigaciones arrojaron que el contacto con el cobre mataba al patógeno en minutos.
En un trabajo de 2015 con el sobre sobre el coronavirus 229E hicieron un estudio bastante riguroso y proponen que en superficies de Cu se forman iones de cobre que dan lugar a radicales de oxígeno que alteran la estructura y el genoma del virus.
En 2015, Keevil dirigió su atención hacia el Coronavirus 229E, un pariente del virus COVID-19 que causa el resfriado común y la neumonía y obtuvo los mismos resultados.
“Una de las ironías es que la gente [instala] acero inoxidable porque parece limpio y, en cierto modo, lo es (…) Pero entonces el argumento es ¿con qué frecuencia lo limpias? No limpiamos con suficiente frecuencia (…) El cobre, por el contrario, desinfecta simplemente estando allí”,
explica Keevil al Smithsonian, señalando la ubicuidad del material en lugares públicos.
Pero el trabajo de Keevil, tiene antecedentes. Es una confirmación moderna de un remedio que durante miles de años, mucho antes de que supieran acerca de los gérmenes o virus, se utilizaban, pues se conocía los poderes desinfectantes del cobre.
Lea también: Cuba logra exportar casi 1.500 médicos en la lucha contra el coronavirus (+Video)
En 2012, inició un estudio financiado por el Departamento de Defensa de Estados Unidos, el uso del cobre en superficies que incluían barandillas, mesas de bandejas, postes intravenosos y reposa brazos de tres hospitales de todo el país.
Dicha investigación de 43 meses reveló una reducción del 83% de microbios en todos estos objetos en relación con los que estaban fabricados con otros materiales y las infecciones hospitalarias se redujeron en un 58%.
La composición atómica específica del cobre le otorga un poder de destrucción adicional
De manera informal y sin evidencia científica, el cobre se utilizaba para desinfectar y purificar el agua hace más de 3.000 años.
Este material natural, tiene un electrón libre en su capa orbital externa de electrones que participa fácilmente en las reacciones de oxidación-reducción que acaban con el virus.
Otros metales pesados, como la plata y el oro también son antibacterianos pero no tienen el electrón libre, por lo que resultan menos reactivos.
Cuando un virus o bacteria cae sobre el cobre, los iones lo destruyen evitando así la respiración celular y creando radicales libres que aceleran la muerte.
El metal antes mencionado, tiene un registro como el único con propiedad antimicobianas, pues ha sido aprobado por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA).
En este orden, una empresa australiana comenzó a crear pomos de puertas de cobre y científicos chilenos, cuyo país es el principal productor de cobre del planeta, han apostado de forma decidida por este material.
Los científicos opinan que el metal podría contribuir de otras formas a la lucha contra el coronavirus, con el uso de mascarillas hechas con hilo de cobre, fabricadas en algunos países.
A falta de más estudios e implementaciones, todo apunta que este metal milenario puede servirnos de ayuda contra la actual epidemia mundial.
