Una anciana cubana estuvo durante más de una semana padeciendo para recibir atención médica luego de sufrir un síncope cardíaco que le dejó secuelas.
Su nieta, Mayelin Pérez, narró cómo fue la odisea que le tocó enfrentar como única hija, con el temor de la avanzada edad de la anciana cubana, y de su madre, también hipertensa.
El pasado sábado, 18 de abril, la abuela presentó complicaciones con su marcapasos. Varios síncopes sufrió desde entonces, dejándole hematomas en su rostro, abdomen y varias partes del cuerpo.
Cinco días más tarde, anciana cubana recibe atención
La madre de Pérez, en medio de su angustia, la llamó para alertar.
No tenía cómo solventar y solo vía telefónica pudo comunicarse con el médico tratante, quien le indicó que debía llevarla el jueves al Hospital Faustino Pérez para revisarle el marcapasos.
RECOMENDADO: Habla primer abuelo recuperado de COVID-19, procedente de Hogar de Ancianos, en Santa Clara
El día lunes contactó al director municipal de Salud Pública en Colón para explicarle lo sucedido, quien le refirió que estaba “muy ocupado” con la situación del coronavirus detectada en la ciudad. En horas de la tarde, realizó un nuevo intento pero no fue posible.
“Cuando escuchó q era yo me colgó después de eso lo llame varias veces incluso del móvil de mí esposo y jamás me contestó”, escribe.
Pidió un médico para que la atendiera antes del jueves en el hospital pero no fue posible. La cardióloga de turno estaba “bajo vigilancia” al haber resultado contacto de una paciente contagiada.
Esperaron al día jueves y al llegar al hospital, como le habían indicado, consiguieron con que no había ni una camilla para trasladar a la anciana cubana hasta el cuarto piso.
Hasta que te toca
Para Pérez, esta situación que vivió, que ha leído anteriormente en redes sociales, nadie las cree hasta que le toca.
“Han cogido la pandemia como algo político para demostrar al mundo q son mejores y todo es mentiras, la vida de los ancianos no le importa para nada”.
Denunció que además de la situación médica, lo cotidiano también desgasta.
Pérez reside en Playa Larga, ciénaga de Zapata y dos veces por semana tiene que ir a Colón “para que ellas puedan comer porque eso que dicen que los ancianos les llevan las cosas a su casa es mentira. Viven de una chequera de 240 pesos”.
Redacción Cubanos por el Mundo