El seguimiento exhaustivo a la situación epidemiológica del Hospital Faustino Pérez tiene una intención clara: informar a quienes dentro de la isla no logran comprender la magnitud de la pandemia. Eso que las autoridades piden que exista, la repetida “percepción de riesgo” pero que minimizan cuando se ocultan datos relevantes que permiten a la ciudadanía sacar sus propias conclusiones.
Zapatero a su zapato. No puede bien hablar de lo que no conoce, no vive o no ha padecido. En medio de una pandemia para la que ningún país del mundo estaba preparado, las óptimas condiciones se redefinen. Una crisis sanitaria devenida en grandes potencias quedó confesa ¿Qué podía esperarse en un país depreciado durante décadas?
Denuncias cotidianas como la escasez de agua, el reciclaje de material médico-quirúrgico, personal asumiendo costos operativos o pacientes que deben llevar los insumos que utilizarán se incrementan en estos tiempos, aunque siempre allí estuvieron.
En Cubanos por el Mundo asumimos ese compromiso. No basta con hacerse eco de la línea oficial. Es aprender a leer en lo que no quieren que se sepa pero está. Eso hace el periodismo, de lo contrario no es más que una repetidora. Hay que interpretar, comprender y ser empático.
Por ello, el título de este artículo no es de quien lo firma. Es el sentir de quien está familiarizado con lo que se vive pasillos adentro del Hospital Faustino Pérez. Por estos días, cuando el sector salud de Cuba sintió de frente el señalamiento de quienes un día los llaman héroes y al día siguiente los someten al escarnio y a las culpas, el malestar se hizo presente. Es una herida abierta que no se sutura con solo retractarse, como se ha visto en recientes declaraciones.
A la cabeza del Hospital Faustino Pérez
Es válida la revisión de protocolos. El llamado oportuno, la corrección permanente, la vigilancia en el cumplimiento de medidas, especialmente cuando lo que está en juego es la vida de tantos, la vida de todos. Pero no había que esperar un brote para ello.
Un hospital no puede esperar cuatro meses para su abastecimiento de agua. Todos los días necesita higiene, con pandemia o sin ella. Los recursos que faltaban en el Hospital Faustino Pérez aparecieron por arte de magia. Ahora llega el hipoclorito y la desinfección. Ahora sí la Dirección Provincial asume su carga.
Un doctor ya asume suficientes riesgos. Tiene la vida de tantos en sus manos para estar además preocupado por la falta de insumos. Si debe salvar la vida de una persona ¿qué podrá preocuparle salvaguardar el par de guantes a reciclar?
Cada quien debería estar ocupado en lo suyo. Y la tarea de los médicos es salvar vidas. No debería ocuparlos la burocracia, la mala política ni el desgobierno. Nadie por decisión propia, menos cuando juró proteger la salud y la vida, sería negligente con ella, menos con la suya.
No más silencio
Denunciar la tragedia en la que deben laborar los médicos en Cuba no es un asunto de política. Es un tema de humanidad. Hay que decir lo que está mal, jamás callar ante las injusticias, menos cuando gracias a la verdad, hoy se ven los efectos.
Lo que décadas atrás se ocultaba, hoy ya no hace falta. Mucho silencio guardado generó un daño irreparable a la sociedad cubana. Hoy ya no es tiempo de silencios, ni en el Hospital Faustino Pérez ni en ningún hospital de Cuba. Salvar la vida no es cuestión de política. Que la nueva normalidad traiga consigo la verdad por delante.
Redacción Cubanos por el Mundo
