La desinformación hacia la población y peor aún la mentira, pueden causar la muerte y Nicaragua lo está confirmando. Daniel Ortega ha engañado a la población ofreciendo un supuesto fabuloso sistema de salud y atención médica y hospitales de primera, cuando la realidad es completamente diferente.
Juan Sebastián Chamorro, para Artículo 66 relató que en cinco días seguidos ha sido informado sobre la muerte de alguna persona conocida en Nicaragua y “por lo que muestra el panorama, todo esto apenas está comenzando”, añadió.
“Un tío doctor, muy buena gente, un amigo de años, con quien pescaba; el colega de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), a quien había llegado a apreciar por su ponderación; el padre de una amiga; y un periodista admirable. Estas son solo algunas de las amistades con las que ya no cuento”. Una cantidad increíble de vidas cobradas por la pandemia en pocos días. Advertimos sobre la situación a la que nos exponíamos y llegó el día, mientras que se fueron destapando las tapaderas del régimen.
Nicaragua está siendo golpeada desde hace varios años por una difícil crisis política, institucional, social y económica, que actualmente se agudiza por la aparición de esta pandemia de covid-19 y la inerte ejecución de soluciones por parte de un régimen que solo oculta información y engaña a la población.
Se conoce que estar informados puede salvar vidas, ciertamente. Pero de la misma manera, la desinformación, así como el engaño, pueden acabar vidas y el caso del régimen de Nicaragua lo confirma. Desde el principio han engañado a la población ofreciendo un gran sistema de salud para la atención a la pandemia así como hospitales totalmente equipados con todo lo necesario para afrontar esta situación, y hoy están visiblemente colapsados.
Entre Daniel Ortega y su cúpula convencieron a gran parte de la población de que esta era una enfermedad que solo afectaría los ricos y que su cura era una “mágica vacuna cubana”. Realizaron falsas campañas de salud recorriendo varias comunidades en las cuales, a causa de su irrespeto e irresponsabilidad, resultaron muchas personas contagiadas. Catalogaron la enfermedad como un resfriado común y acusaron a los opositores de querer perturbar a la ciudadanía con falsa información.
Mienten en todo
Que más podrían esperar los nicaragüenses de un gobierno corrupto, dictador, que destruye cada día las esperanzas de un país basándose siempre en falsas promesas. Han mentido en todo momento pareciendo ser solidarios, pero de la boca para afuera. Por un lado se hacen llamar cristianos, y por el otro, acusan a los obispos de golpistas.
Han manejado y ocultado las cifras de contagiados y muertos a causa de la pandemia. Una continua mentira. Pero la verdad siempre sale a la luz y confiamos que al final salga a flote.
A través de falsas afirmaciones convocaron a los adeptos del gobierno para participar de actividades, desfiles y ferias, el cual fielmente acompañó y respaldó el teatro montado por el régimen. Entre ellos, un tonto diputado, quiso demostrar el buen funcionamiento del sistema de salud que gracias a su gobierno estaba dando soluciones frente a esta crisis sanitaria y ahora se encuentra desaparecido junto a otros tres compañeros. Como un rebaño de ovejas compartieron con alegría, escucharon cantos y gritaron consignas, para caer luego uno a uno hacia el fondo del precipicio.
Taparon también la inacción e indolencia sobre lo que ocurría, pretendiendo implementar el modelo sueco, pero el realidad lo que hicieron realmente fue ocultar la verdadera situación del país, tal y como lo hacen las verdaderas dictaduras marxistas para mantenerse en poder.
Afortunadamente, la población va despertando poco a poco cada día, y por cuenta propia está implementando más medidas de autoprotección.
Por su parte, el régimen dictatorial de Ortega, continúa violentando los derechos humanos de los nicaragüenses, arremetiendo contra la libertad de expresión y reunión; asesinando y encarcelando a opositores e incitando cada vez más el exilio de miles que desean salvaguardar sus vidas de tantos atropellos, represión y hambre.
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Redacción Cubanos por el Mundo