Para ojos que han visto tanto y vivido en consecuencia, la llegada del coronavirus es cuando mucho un escalón más para los ancianos cubanos; aun cuando por su edad representen la población de mayor riesgo de un virus que ataca severamente el sistema respiratorio.
Un reportaje de AFP recoge testimonios de abuelos cubanos, que habiendo superado “lo más feo” de su vida en la isla, no le temen a el virus que mantiene en confinamiento obligatorio a cientos de países alrededor del mundo.
Es así la historia de Carmen Moré, una anciana de ochenta y cinco, referente del buen humor del cubano, aun con la factura de los años que no pasan en vano. Signos de demencia senil no la alejan de su buen ánimo y la protegen de la alarma por el coronavirus.
Ella no está sola en su alegría. Otros dos abuelos cubanos, sus hermanos, ambos superando los 70 años de edad viven con ella en La Habana, en una residencia que, descrita por la AFP, recoge bien las características de miles de viviendas en Cuba: “paredes descascaradas y piso agujereado”.
La situación en la que deben sobrevivir los ancianos en la isla es deplorable, una buena radiografía de lo que se vive a nivel nacional, considerando que cerca del treinta por ciento de la población está conformada por cubanos mayores de sesenta años, que deben sobrevivir con una pensión social cuyo valor no supera los diez dólares al mes. Los más “afortunados”, cuentan con el apoyo de sus familiares.
Y con la llegada de la pandemia por coronavirus, era de esperarse que los abuelos en Cuba fuesen los más afectados, un comportamiento similar al del resto del mundo. Del total de más de 2200 casos confirmados de coronavirus, más del sesenta y tres por ciento corresponden a ancianos cubanos, con una mayor tasa también de fallecimientos, nada novedoso en el país más envejecido del continente.
Así la AFP recoge el testimonio de Sergio Ballesteros, residente de Arroyo Naranjo quien a sus setenta años sigue trabajando en su finca. Usa sus medidas de protección pero no deja a un lado el trabajo desempeñado en las últimas cuatro décadas.
“Me estoy cuidando, no salgo pero me he mantenido trabajando. Y si uno deja la finca, se pierde todo”, cuenta describe el abuelo cuya esposa y madre de sus dos hijos, ya no está con vida.
Es él uno de los abuelos que confiesa no sentir temor “a nada”, pues lo más feo ya lo pasó, en relación a otras dolencias de salud que lo confrontaron, logrando salir airoso de ellas. Sobreviviente de cáncer y de un infarto, siente que no debe temerle ahora al virus. “Me protejo y me cuido pero miedo no le tengo”.
RECOMENDADO: “Pena y vergüenza” dan los módulos cárnicos para ancianos en Cuba
Como él, otros abuelos en Cuba continúan trabajando para mantenerse a flote. Emilio García, un hombre que supera los ochenta años, hace de su hogar su trabajo, dedicado a reparar frenos. Entiende todo lo que vive el mundo, inclusive un par de sus familiares en España murieron producto de virus. Hoy solo pide a los más jóvenes, comprensión y ocupación.
“Le digo a las nuevas generaciones que no se alteren, son alterados, quieren salir para la calle y creen que no va a pasar nada. Sí, puede pasar. No anden en la calle”, dice.
Los ancianos cubanos dependen directamente de sus familiares, cuando tienen quienes velen por ellos. Otros con menos suerte, terminan alojados en casas de cuidado o deambulando por las calles, ingresando eventualmente albergues. En dos centros asociados, Cuba registró brotes de coronavirus, como lo fue en el Hogar de ancianos de Santa Clara y el Centro de Protección Social del Cotorro en La Habana.
🇨🇺 Vejez y pandemia en Cuba: “¿Miedo?, ¡ya la he pasado más feo!” #AFP https://t.co/eMp4onbgkL
— Agence France-Presse (@AFPespanol) June 9, 2020
🖊 @moyavila
📷 @LageYamil pic.twitter.com/cg39cpA0GT
Es precisamente un municipio habanero, El Vedado, el que concentra la mayor cantidad de ancianos cubanos. Y ellos también salen a exponerse a colas, a ver qué consiguen para comer, pues quedarse en casa es morir de mengua.
Redacción Cubanos por el Mundo