En cifras oficiales presentadas por Cuba, al menos mil matrimonios infantiles al año se registran en Cuba, de acuerdo al comportamiento de los últimos cinco años, cuando más de 5 mil se han oficializado, sin incluir aquellas uniones de adolescentes sin contraer nupcias.
Los números presentados en prensa oficial corresponden al informe sobre el Estado de la Población Mundial 2020, del Fondo de Población de Naciones Unidas, recogiendo las cifras que – de forma oficial – el régimen cubano presenta ante la organización y que van, además de los matrimonios infantiles, del incremento del embarazo precoz en la isla.
Solo durante el año pasado, más de 900 adolescentes, en el rango de edad comprendido entre 14 y 17 años, se casaron en Cuba, un número que enciende las alarmas, especialmente por las consecuencias derivadas de la acelerada unión marital, como embarazos no deseados o inclusive, violencia doméstica, un tema poco abordado por la prensa oficial.
Tampoco es poca cosa el número en cuestión, tomando en consideración que estos matrimonios infantiles en Cuba pasarían por las disposiciones de la ley que llegan con el permiso de los padres o sus respectivos tutores.
Es decir, además de este número importante de adolescentes haciendo vida marital, están también otras uniones que no forman parte de las estadísticas pero que son una realidad y que en su mayoría se produce, debido mayoritariamente a embarazos no deseados que llevan a las jóvenes a unirse bajo esta modalidad.
Para Cuba, la tasa de natalidad es una problemática, en un país envejecido cuya población de relevo, la que intenta mantenerse “estable”, por llamarlo así, elige no tener más de un hijo.
Sin embargo, hay que mencionar que el 16 por ciento de los nacimientos en la isla, son de jóvenes menores de 20 años de edad, un número que solo ha ido en ascenso durante los últimos años, un hecho que trae a Cuba más problemas que beneficios, tomando en consideración el riesgo para la salud y las innegables limitantes a nivel de crecimiento socio-económico que representan a la juventud asumir la carga de hijos sin planificación.
Para Yamila González, vicepresidenta de la Unión Nacional de Juristas de Cuba, la disposición dentro del Código de Familia en Cuba que autoriza los matrimonios infantiles bajo la venia de los padres, cuando la mujer alcanza los 14 años y el hombre 16, representa un prejuicio discriminatorio.
“Discriminan a las mujeres y aún subsisten en madres, padres y familiares que conducen a sus hijas a contraer matrimonio cuando tienen relaciones sexuales o salen embarazadas” dice la nota reseñada en Cubadebate.
Aboga así porque se elimine la concesión de este permiso y se deje, según la ley, la edad mínima de 18 años para contraer matrimonio, pues reconoce que de la forma en la que ocurre en la actualidad se abre espacio para situaciones de trata de personas y explotación sexual de las niñas.
“Es necesario eliminar esta excepcionalidad para formalizar matrimonios, dejar esta posibilidad solo a los mayores 18 años. Pero, si la decisión legislativa la mantuviera, siempre debe autorizar el tribunal y elevar la edad mínima a 16 años sin importar el sexo”, dijo la vicepresidenta de la UNJC.
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Redacción Cubanos por el Mundo
