Si el espía Gerardo Hernández Nordelo sigue con la tendencia de pedirle a los cederistas cubanos que siembren algo en algún pedazo de tierra inutilizada, pedirá a los cederistas cubanos la semana próxima sembrar una mata de mango, o de guayaba; o como mínimo, una mata de plátano.
Gerardo, al parecer, anda tras la fórmula que permita sustituir al ineficiente Acopio de la cadena campo-agromercados-mesa de los cubanos o quién sabe si de la de lograr un coctel de frutas porque, el hombre, cambió en las últimas horas de palo para rumba: perdón, de calabazas para piñas.
El hombre sin dudas tiene una fe inexorable en el pueblo, pero muy poca en el sistema. Digo yo, porque cualquier otra persona medianamente inteligente e interesada en verdad en proveer de alimentos a sus coterráneos, y con el curriculum de “luchador antiimperialista” que tiene Gerardo, lo primero que pudiera hacer es estudiar a fondo las miles de trabas que impone el gobierno cubano a la labor de sus agricultores y anapistas y entrarle cara a cara a quienes están encargados de resolver la situación.
En la prensa cubana, más específicamente en el diario Juventud Rebelde, casi todas las semanas comparece en la sección Acuse de Recibo un campesino denunciando que el Estado no le paga su producción de alimentos – leche y carne fundamentalmente – o aparece un denunciante X diciendo que, desde las calendas griegas anda solicitando una parcela de tierra para sembrar comida y estas son las santas horas que no se la dan, a veces por algo tan simple como “una firma”.
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Las trabas para la obtención de alimentos en Cuba son miles, mucho más importantes que andar buscando un pedazo de tierra donde sembrar una vianda, un tubérculo o una mata de fruta para hacer un cóctel.
Para colmo de males, de su mala suerte o desinformación, le zumba el mango – ¿mandará Gerardo a sembrar una mata de mango? – que Gerardo ande pidiendo a los cuatro vientos que siembren una mata de piña cuando, no hace un mes, un agricultor matancero expusiera cómo Acopio le rechazó recogerle un camión de piña porque están saturados de la fruta.
Nada más sintomático de lo mal que marcha la economía cubana que, un peso pesado mediático del oficialismo cubano como lo es “el más famoso de sus espías”, ande pidiendo sembrar piñas justo días después de que se perdiera aquel otro cargamento de 150 quintales.
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