Más de mil ciudadanos residentes de La Habana fueron detenidos y enviados a Unidades de la Policía, señalados de ser “coleros”, personas que hacen cola para comprar y luego revender productos a un precio mayor.
Según detallan medios de la dictadura, las detenciones se produjeron en la última semana, en plena reapertura de la ciudad, foco del coronavirus en el país y donde la escasez se siente cada vez más. Además, informaron que unas 30 personas en La Habana fueron llevadas a juicio por tener una “reincidencia probada” en esta actividad.
Luis Antonio Torres Iríbar, presidente del Consejo de Defensa Provincial (CDP), expresó que este “modus operandi” se ha expandido por varias tiendas de la ciudad, causando presuntamente, malestar en los ciudadanos.
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A juicio del funcionario castrista, los “coleros” en La Habana son personas “inescrupulosas” que venden productos de alta demanda, incluso electrodomésticos.
Por supuesto no menciona la origen de esta práctica. Los llamados “coleros”, son una creación de la revolución cubana. Personas que aprovechan la crítica escasez de alimentos, medicinas o productos de aseo, obteniendo el producto haciendo enormes colas y luego revenderlo a un precio mayor. Todo fundamentalmente ante la incertidumbre de que quizás no aparezca con prontitud el producto en los comercios nuevamente.
Eso, aunado a la falta de un trabajo rentable en Cuba que motiva a miles de cubanos a caer en esta práctica, que si bien es ilegal, es una fuente alternativa de ingresos, pues el empleo formal difícilmente paga el altísimo costo de vivir dentro de la isla.
Aunado a eso, el brote de coronavirus en La Habana empeoró el panorama de la escasez en la isla, dejando al régimen cubano incapaz de resolver la situación en un corto o mediano plazo.
Los denominados “coleros” son bien así, una “obra en revolución”, que a la fecha no ha logrado conseguir una solución sustentable para el abastecimiento de alimentos y productos de primera necesidad, elementalmente por la falta de estímulos a la producción nacional, agobiada por la burocracia y la desinversión.
A su vez, las distorsiones sociales se hacen ley en un país, cuyo sistema lejos de estimular al desarrollo humano en aras del progreso, dedica sus esfuerzos en apuntar a las consecuencias y no a las causas de la más dramática y sostenida tragedia del continente americano: vivir bajo la dictadura cubana.
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Redacción cubanos por el Mundo