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Esta cubana quería ser psicóloga, pero terminó como bodeguera por falta de zapatos

Ivis es el ejemplo más latente de los talentos perdidos en Cuba que no pueden desarrollar sus capacidades en las áreas que desean porque lamentablemente la situación económica no se los permite.

de psicóloga a bodeguera
Quería ser psicóloga, pero terminó como bodeguera por falta de zapatos. Foto: Periódico Invasor

La fuerte necesidad que existe en Cuba puede llegar a truncar los sueños de cualquiera, tal es el caso de Ivis Machín, una cubana que quería ser psicóloga, pero terminó como bodeguera por falta de zapatos.

La mujer oriunda de Ciego de Ávila, vio frustrados sus anhelos por el solo hecho de no tener dinero para comprar zapatos y para trasladarse desde su localidad hasta Camagüey; lugar donde estudiaría psicología.

Ivis es el ejemplo más latente de los talentos perdidos en Cuba que no pueden desarrollar sus capacidades en las áreas que desean porque lamentablemente la situación económica no se los permite.

Sin embargo, el no llegar a ser psicóloga, no fue un impedimento para que la mujer de Ciego de Ávila se destacara en otros campos, muy alejados de lo que inicialmente quería. Ahora Ivis es bodeguera.

La pobreza en Cuba no le permitió ser psicóloga. Foto: Periódico Invasor

Ivis por insistencia de una amiga asistió a un curso en el Centro de Capacitación del Comercio, donde con solo 18 años, pasó a ser la dependienta de la Unidad La Unión del reparto avileño Maidique, adquiriendo diez años de experiencia.

Luego de varios cursos de dirección comenzó a involucrarse con asuntos económicos, y con estudios y dedicación, logró estar al frente de la unidad La Victoria, en el centro de la ciudad de Ciego de Ávila; una bodega que abastece según ella a 1.154 consumidores.

La mujer que soñaba con ser psicóloga y por el simple hecho de no tener su familia como costearle sus zapatos, tuvo que conformarse con ser bodeguera, y aunque desempeña sus labores con mucha responsabilidad y cariño, no era este presente el que en algún momento imaginó vivir.

A la bodeguera, sus compañeros la definen como perfeccionista, puntual y entregada, características que la han llevado a ganarse el cariño de quienes a diario atienden: “Y gracias a Dios que mis clientes me quieren”, dice la mujer que guardó sus ganas de estudiar psicología porque la pobreza de un sistema, hundió sus sus metas.

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Redacción Cubanos por el Mundo

Written by Eleana Sánchez

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