Yuniel Labacena, es un periodista castrista que afirmó en el medio oficialista Juventud Rebelde, que se debe “apretar las clavijas” contra los coleros y revendedores, al parecer sin tener mucha noción de qué es lo que ocurre realmente en Cuba.
Varias han sido las denuncias que en redes sociales han hecho periodistas adeptos al régimen, sobre las actividades “ilícitas” que últimamente se han desenfrenado en Cuba, pues los comercios están inundados de coleros y revendedores. Sin embargo, ninguno de esos comunicadores mencionan el problema de fondo; la escasez de comida y productos de higiene que viven los cubanos desde hace muchos años.
Si bien es cierto que la crisis económica en Cuba se ha visto agudizada por la aparición del covid-19, también es cierto que miles de personas se aprovechan de la situación y limitaciones económicas de muchas otras para sacar provecho y beneficio propio, el detalle es que este es un mal provocado por la misma necesidad que nació en las entrañas del régimen.
Antes de escribir el artículo, el periodista castrista se preguntaría: ¿Por qué existen los coleros?, obviamente, por el hecho de haber colas en los establecimientos comerciales. Yendo un poco más allá; ¿Por qué existen las colas? La respuesta es sencilla, porque el régimen acabó con el aparato productor del país y perpetuó al cubano de a pie en la condición de pasar el día y la noche buscando los productos alimenticios y de aseo, que son necesarios y fundamentales en la vida de cualquier ser humano que viva en pleno siglo XXI.
Cuando el periodista castrista sugirió “apretar las clavijas” contra los coleros, probablemente olvidó que existe otro mal que también está matando al cubano de a pie; las nuevas tiendas de venta de productos alimenticios, donde hay de todo, pero, ¿a qué precio?, sin mencionar que solo se recibe pago en dólares, moneda que además no es devengada por los residentes en la isla.
¿Hay que apretar las clavijas?, por supuesto, sólo que debe definirse bien hacia quiénes. Porque aunque el régimen pretenda crear una cortina de humo con el mal creado por ellos mismos y llamado “coleros”, la verdad es que las colas no llegaron al país por obra y gracia del Espíritu Santo.
Si el régimen quisiera acabar las colas, los coleros, los revendedores, especuladores y acaparadores, no tendría que “apretar las clavijas”, simplemente tendría que abastecer los mercados de alimentos, suministrar las farmacias con medicamentos, autorizar el libre comercio de mercancía seca y permitirle al cubano de a pie disfrutar de la calidad de vida que merece.
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Redacción Cubanos por el Mundo
