En tiempos de crisis sanitaria y sobre todo cuando el gobierno actual de Brasil no ha tenido el mejor manejo de la misma, entra en juego la estrategia del comunista Lula da Silva, para recuperar el mando del colosal de Latinoamérica.
Y es que la ausencia de gestión e interés hacia los más de 3 millones de contagiados por covid-19, el irrespeto al personal de salud que es quien se enfrenta diariamente a este enemigo invisible y la falta de solidaridad con aquellos que han perdido miembros de su familia por esta causa y que ni siquiera pudieron ofrecerle un santuario digno, hacen que la población piense inmediatamente en las próximas elecciones presidenciales. El detalle es, quiénes serán candidatos, porque por muy mal que se esté siempre se puede estar peor, y volver al comunismo de Lula da Silva implicaría un considerable retroceso político para el país suramericano.
Las comunidades pobres hacen casi la mitad de la población y han sido los más afectados por la pandemia, lo que permite deducir la presencia de un gobierno discriminatorio y racista que ve pasar frente a sus narices más de un centenar de fallecidos entre pobres, negros y mestizos, sin siquiera demostrar un pequeño sentimiento de aflicción. Esta grave situación tiene al país de cabeza, pues la incertidumbre de quién será el próximo, o cuántos más van a morir le quita el sueño a cualquiera.
Adicionalmente, están las críticas que persiguen constantemente la gestión de gobierno de Bolsonaro, pues al parecer, no ha sido el mandatario que precisamente necesitaba y buscaba Brasil. A través del tiempo ha quedado desenmascarada la verdadera intención de establecer una dictadura en el país, al pretender eliminar el Supremo Tribunal de Justica y el Congreso Nacional, con miras a desaparecer acusaciones sobre sus hijos, así como investigaciones dirigidas a su mala gestión.
No se puede dejar de mencionar las solicitudes de apoyo e intervención dirigidas a la ONU por las persecuciones políticas que el actual gobierno ha empleado hacia diversas personalidades políticas, activistas y profesionales independientes, opositores del mismo, que junto a tantas investigaciones y análisis publicados sobre la cola que arrastra Bolsonaro, dejan mucho que pensar sobre su futuro político.
Ante toda esta gama de acusaciones, mala gestión, y mala fama que Bolsonaro se ha ganado a pulso, se le añade el supuesto fraude contra Lula da Silva en las elecciones de 2018 que lo sentaron en la silla presidencial. Ahora el comunista que llevó y podría llevar nuevamente a Brasil a la desgracia, estando libre de acusaciones se ha encargado de encabezar una serie de protestas en contra de su contrincante político, con la más firme convicción de recuperar su puesto en las próximas elecciones a realizarse en el año 2022.
Ahora bien, muchos son los que piensan que Lula da Silva podría ser la solución a los muchos problemas que enfrenta Brasil, pero, ¿qué diferencia hay entre un dictador en proceso y un comunista declarado?.
LEA TAMBIÉN: Tanto va el cántaro a la fuente: Mayabeque reporta un caso positivo de coronavirus
Redacción Cubanos por el Mundo
