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Omar George: un hombre que quiso hacer periodismo en Cuba y el castrismo le cortó las alas

Este hombre, Omar George, no solo es un “puente entre generaciones”; es, tal vez, junto a Ismary Barcia Leyva, de lo mejor que ha tenido el periodismo cienfueguero en los últimos 50 años.

Omar George periodista
Este hombre, Omar George, no solo es un "puente entre generaciones"; es, tal vez, junto a Ismary Barcia Leyva, de lo mejor que ha tenido el periodismo cienfueguero en los últimos 50 años.

Hace unos ¿treinta? ¿veinticinco? años, un periodista “llegó” a los medios de la ciudad de Cienfuegos con unos deseos inmensos de hacer periodismo: Omar George.

Su nombre, incluso “raro” para el léxico “cubanoide” caló de pronto y bien, entre los miles de cienfuegueros que comenzaron a ver en él, en Omar George, al profesional capaz y honesto como pocos, que tras su masculina voz nos dejaba ver.

No había un reportaje en el que Omar George no nos dejara ver lo mucho que se había preparado sobre el tema y lo mucho que le interesaba resolverle el problema a la gente de la ciudad, su ciudad, con la publicación del reportaje. Casi siempre contra chapucerías y burócratas. Siempre las ramas, porque no le dejaban hablar del tronco.

Caminaba Omar por todo Cienfuegos. Regresaba, casi siempre, después de las 5pm, 6pm, 7pm, y atravesaba aquella plazoleta entre el edificio de Diosdado y el de Leo, por mencionar el nombre de dos conocidos gays de la ciudad y vecinos de Omar, dejando ver el cansancio de un día ajetreado y tal vez, porqué no, de un cocotazo en una reunión con “el Gobierno”.

Se hablaba de él con orgullo en toda la ciudad. Todavía se habla. En Radio Ciudad del Mar y en el Telecentro. También en el 5 de Septiembre, y los cienfuegueros, tenían en él y en Ismary Barcia Leyva, dos de los pejes más duros para pelear en concursos nacionales de periodismo, contra los mediáticos y beneficiados habaneros que a menudo se lo llevaban todo en los concursos de prensa nacionales.

Sin embargo, George poco a poco se fue “diluyendo” y sus críticas a veces mordaces, pasaron a ser críticas pálidas, a veces algo más que un comentario del “inteligente del barrio”, mientras su poderosa imagen fue cediendo terreno ante otro recién llegado, curiosamente a su barrio también, Boris García Cuartero, quien también comenzó en la prensa cienfueguera de la misma manera: con unos ímpetus inmensos de hacer buen periodismo y poco a poco, al igual que Omar y que Ismary, terminó chocando contra “el muro”

Los tres se rajaron la cabeza.

El caso de Ismary fue sonado. La nacida en el año 1969 en la casa que hace esquina en Camposmani y Prado, frente al Servicentro Bahía, recibió un conteo de protección tras la publicación de un documental sobre el Hospital Provincial Clínico Quirúrgico “Gustavo Aldereguía Lima” que le quedó tan, pero tan bueno, que terminó enfrentada en el Gobierno contra un cuadro partidista que no sabía ni carajo de periodismo ni de documentalística, y más tarde, años después, contra una Licenciada en Marxismo, directora del Telecentro Perlavisión.

Omar, me parece recordar, no tuvo tanta suerte. Lo suyo fueron más bien cocotazos acumulados; decepciones de la vida, gajes del oficio, heridas de guerra al igual que Boris. Ambos, un poco tarde tal vez, comprendieron que se puede jugar con la cadena, pero no con el mono.

De aquellos ojos verdes – en realidad son azules – y una barba entrada en canas, bien cortada, que salía semanalmente hasta dos veces por el NTV no dejaron nada. A Omar lo sacaron de circulación, poco a poco, hasta dejarlo desahogar sus quejas contra lo mal que lo hacen los funcionarios de Gastronomía y Servicios, y de Comunales, del municipio cabecera, en un lúgrube estudio, y con alcance apenas provincial, junto a otro “apagado”: Jorge “Chicho” Domínguez Morado.

Por eso, recibí alegría al verlo hoy, en el diario 5 de Septiembre, en una nota donde se dice que este destacadísimo periodista cienfueguero, es “un puente entre generaciones”.

Lo siento. Omar es mucho más que un puente.

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Ojalá y un día, el pueblo cienfueguero le dedique a Omar – y también a Ismary Barcia Leyva – lo que se merecen. Un monumento. También a Francisco G. Navarro.

Este talento del periodismo sureño, nunca pudo decir y tal vez sentir que el castrismo le cortó las alas y sus impulsos por hacer un mejor periodismo, como siempre fue su deseo. Nadie es más consciente de ello que George mismo.

Por eso, persiste en su viejo afán de recurrir a ciertos circunloquios para evitar seguirse buscando problemas y habla de un mal de fondo; agarrado en la propia espina medular de un sistema donde se censura hasta el aire que el periodista respira. Donde el criterio de un cuadro del Partido, el de un ideológico marxista, pesa más y tiene más poder decisorio que el de un periodista de cinco herramientas como sin dudas lo es George.

Es por eso que George, quien se avejentó entre tantas luchas y llamados de atención por cada cosa que decía o escribía, resume su vida al hablar del relevo de esta manera:

“Creo que el periodista debe tener pegado el oído en la gente y no en las instituciones; ser inquisidor; estar al tanto no solo de lo que la gente piensa, sino de lo que la gente espera de determinada situación, de determinado contexto. Eso hoy está resentido todavía. Hay mucho peso aún en el periodismo de loas, de reseñas macroeconómicas que no te dicen nada.

“Conozco profesores muy serios que dotan a estos jóvenes de teorías y modos de hacer y después estos jóvenes chocan con una realidad con esa formación que los muchachos, ilusionados, han aprendido en la escuela.”

Redacción Cubanos por el Mundo.

Written by Sergio Prado

Sergio Prado es Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Nació en el año 1966 y ejerció importantes funciones dentro del periodismo en Cuba hasta que se marchó del país en el año 2004. Completó en España y México varios doctorados y maestrías.

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