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Isla de la Juventud: Una madrugada y perro aguacero para poder comprar shampoo

Las imágenes no necesitan introducción. Durante horas, varias decenas de pineros soportaron el sol ardiente y la lluvia torrencial para, en su mayoría, no acceder a ningún producto.

cola aguacero Isla de la Juventud
Se trataba de un módulo compuesto por un champú, un acondicionador, dos pomos de colonia, un tinte para el cabello y dos desodorantes, todo por un valor de 190 pesos

Ni siquiera la insularidad o el tener una de las tasas más bajas de Covid-19 pudieron salvar a la Isla de la Juventud de la escasez. Es precisamente su total dependencia económica de la capital el motivo por el cual este municipio se sitúa a la cabeza de la necesidad. Muchos consideran “una verdadera suerte” poner un plato en la mesa pinera.

El martes 15 de septiembre, Eglys Corona publicó en su muro de Facebook algunas imágenes que, por comunes, no dejan de ser alarmantes. A las afueras de una tienda en el municipio Nueva Gerona, se agolpaba un significativo número de personas con la intención de comprar productos de aseo.

Ramón Mesa, quien viviera el suceso en primera persona, relata: “Se trataba de un módulo compuesto por un champú, un acondicionador, dos pomos de colonia, un tinte para el cabello y dos desodorantes, todo por un valor de 190 pesos”, explica.

Según él, “las colas aquí comienzan casi inmediatamente después del cierre de la tienda. Creo que, como en toda Cuba, nos hemos vuelto paranoicos y marcamos sin saber qué llegará a la tienda. Yo llegué a las cuatro de la mañana y, trece horas más tarde, volví a mi casa con las manos vacías”.

El local en cuestión fue el mercado de la calle 58 en el reparto Abel Santamaría. Adela, esposa de Ramón e integrante de cola hasta el último momento, cuenta que “la tienda abrió a las 10:40 a.m. pero el camión con la mercancía llegó casi a las 12 del día. En ese momento la policía dijo que no se iba a vender ni se repartirían tickets. Esta actitud provocó que la situación se saliera de control”.

Como era de esperar en estos casos, fueron los coleros quienes mejor parados salieron. Como en no pocos lugares de la isla, la absurda estrategia de las autoridades está siendo el desconocimiento, pero “la información siempre se filtra. En teoría, nadie debiera saber qué entrará en los locales de venta, eso equivale a hacer colas a ciegas, mas hay quien siempre sabe dónde y cuándo estar, lo cual no me parece casualidad”.

Las imágenes no necesitan introducción. Durante horas, varias decenas de pineros soportaron el sol ardiente y la lluvia torrencial para, en su mayoría, no acceder a ningún producto.

Para Alba, residente en la Isla de la Juventud y quien también se encontraba en fila y logró volver a su hogar con dos desodorantes, “el trabajo se está realizando contra el pueblo. ¿Qué les cuesta poner una tablilla afuera del local anunciando los productos y sus respectivas cantidades? Así uno decide si va a hacer o no la cola, en dependencia del lugar que tenga. ¡Esta tarde me pasaron por delante carretas y carretones! Primero soportar a las coleras, de fácil identificación en un reparto tan pequeño; luego los impedidos sin carnet, donde se ubicaron no pocos individuos visiblemente sanos y por último las mujeres con niños, cuando el préstamo o alquiler de menores es una práctica antigua para saltarse la fila”, expone.

“A eso añádele el mal trabajo policial, incapaces de aceptar una crítica o sugerencia. Fueron ellos los culpables de que, trabajadores honrados como yo, nos empapáramos por unos míseros desodorantes. No hay salida y la pregunta es ¿hasta cuándo?”.

Los entrevistados en la Isla de la Juventud coinciden en que la desorganización fue fruto del poco empeño de las autoridades presentes. “De haber empleado algún método como escanear el carnet de identidad o repartir tickets, la distribución hubiese sido más organizada y, por ende,  llegado a más personas”.

Escenas como esta, que se suceden continuamente en cada rincón del país, se hacen más duras en la Isla de la Juventud, por su total dependencia de los insumos capitalinos.

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“El aseo es simplemente una de las patas de la mesa. A nosotros todo nos llega por la patana y la producción de la provincia es casi nula, por lo cual las hortalizas, los vegetales y la carne de cerdo se han perdido totalmente de nuestra dieta. Sobrevivimos a base de masa de hamburguesa, croquetas, pollo y claria; en algunas ocasiones picadillo y perrito”, comenta Eduardo.

En esta carrera por llevar alimentos a la casa, los trabajadores estatales van rezagados. Además de verse limitados por sus ínfimos ingresos, los horarios de trabajo, coincidentes en su mayoría con los establecidos para la compra, atentan contra sus posibilidades.

“Muchos nos escapamos del trabajo a riesgo de sanciones, porque la carencia es real y no podemos separarnos de pueblo, que está necesitado. Cuando teníamos casos activos en el territorio, las cadenas de tiendas llevaban los productos a los centros laborales, pero ya eso no se hace. Así mismo, las tiendas virtuales han dejado de funcionar sin motivo aparente. En fin, se nos cierra el cerco cada vez más”, explica Alba.

Con respecto a las compra en las plataformas virtuales, muchos sostienen que los productos duran muy poco tiempo en oferta y que, una vez seleccionada la compra, desaparecen del stock, sin haberse seleccionado debidamente ni completado la operación. Las suposiciones al respecto son muchas. Algunos piensan que la plataforma no soporta un gran volumen de usuarios conectados, por lo cual se comporta de forma extraña; otros que sacan muy pocos productos y estos van a parar a manos de los usuarios más afortunados. La realidad es que las quejas llueven con respecto al sitio y las autoridades implicadas permanecen en silencio.

Los pineros, ajenos totalmente a la venta de alimentos y aseo en MLC, buscan sobrevivir, varados como están, en su propia tierra. Eduardo, en el fondo, agradece que no hayan llegado hasta allá los alimentos en Moneda Libremente Convertible. “Llevamos varios meses resistiendo, aun cuando no tenemos casos en esta parte del país. Siempre hay un problema con el abastecimiento, ya sea por la patana, por el combustible o porque el lugar de donde nos llegan los insumos está en cuarentena estricta. En estos meses nos vimos forzados a inventar, así que si de repente solucionan esos problemas para traernos la comida en dólares, ¿quién les va a creer el cuento de que el norte es el enemigo?”, finaliza.

Redacción Cubanos por el Mundo

Written by Sergio Prado

Sergio Prado es Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Nació en el año 1966 y ejerció importantes funciones dentro del periodismo en Cuba hasta que se marchó del país en el año 2004. Completó en España y México varios doctorados y maestrías.

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