61 años de revolución cubana solo han servido para demostrar una cosa, como el sistema comunista es capaz de destruir la producción y la economía de un país. Desde la UEB Combinado Lácteos Santiago de Cuba, afirman que se está “batallando” para producir yogurt de soya con tal de satisfacer la demanda de unos 49 mil niños en la capital provincial.
Noticias de este tipo, reflejadas en los medios del régimen castrista para intentar vender la idea que de se trabaja para “lograr” la “estabilidad” de los productos, solo refleja como les resulta imposible cumplir su promesa del “vaso de leche”. Y es aquí el culpable no es el “imperio” o la “guerra sucia”, sino es el propio sistema comunista.
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“Graves problemas tecnológicos que incluyen roturas en las calderas y compresores de aire, además de insuficiente suministro de las bolsas para envasar el yogurt, han impedido el cumplimiento del plan que solo llegó a lo previsto en los meses de marzo, abril y mayo”, detalla el medio oficial Sierra Maestra.
Tania Elena Góngora, una de las obreras de la línea de yogurt, reconoce que las cosas “siempre han sido tensas” en dicha unidad de producción, pues la industria cubana no cuenta con la capacidad de incrementar la cantidad de alimentos procesados debido a la falta de inversión en dicho sector. “Una siente tremenda presión porque sabe que la cosa está dura y la alimentación es la prioridad”.
Reconoce además que el salario que devengan las trabajadoras de dicha empresa es “bajísimo, apenas 270 pesos cubanos”, lo que hace que el ambiente laboral sea aún peor. La falta de inversión en la industria cubana en general, es la principal causa del desabastecimiento en el país, aunado por supuesto a los férreos controles que mantiene el castrismo sobre la poca empresa privada que existe.
Por allá en julio de 2007, cuando Raúl Castro asumió las riendas de Cuba, reconoció que el país tenía tierra adecuadas para la producción de todo tipo de alimentos. Ese discurso fue catalogado como el del “Vaso de leche”, pues indicó que todos los cubanos debían poder tomarse uno, sin importar la edad o la situación. “Hay que borrarse de la mente eso de los siete años. Llevamos 50 años diciendo que hasta los siete años (el vaso de leche). Hay que producir leche para que se la tome todo el que quiera tomarse un vaso de leche y hay tierra para producirlo”.
13 años después, el vaso de leche de Raúl Castro sigue sin aparecer. Es más podría decirse que la situación se agravó a tal punto que ni los más pequeños tienen garantizado el producto tan necesario para el crecimiento.
Redacción Cubanos por el Mundo