Tanto amó Fidel Castro una cola en Cuba que decidió regresar desde el más allá para ponerse a hacer una y contemplar el logro de su revolución. Por supuesto, el anciano dictador, tal como lo exigen las medidas para evitar el coronavirus, se puso su respectivo nasobuco, pero aún con eso no pudo pasar desapercibido entre los cubanos.
Con un pulóver azul, su cabello ya canoso y su barriga prominente, típicos rasgos de un funcionario comunista, Castro, quien hasta ahora creíamos que había sido incinerado y sus cenizas guardadas en una piedra enorme, hizo su colita, tal como a le gusta ver a los cubanos, para saber que podía conseguir.
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Lo preocupante es que el anciano dictador cubano no estaba guardando la distancia exigida por las autoridades castristas, pero ¿se atreverán a multarlo como a muchos otros cubanos que supuestamente violan las medidas de seguridad? Lo dudamos.
Se desconoce si Castro pudo conseguir pollo, arroz o pasta en la cola que estaba haciendo, pero lo que sí es seguro es que asustó a más de uno, pues sus acólitos lo despidieron con bombos y platillos aquél glorioso 25 de noviembre de 2016 y Cuba entera, de la boca para adentro, celebró la ida terrenal de quien la había condenado a la más fuerte miseria.
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Esta fotografía genera gran revuelo, porque quizás era así como muchos querían ver al dictador, sufriendo lo mismo que sufren los cubanos todos los días, colas, arbitrariedades, escasez, persecución, pobreza. Pero les recordamos, Fidel está muerto y su revolución va por el mismo camino.
Redacción Cubanos por el Mundo