Como “responsabilidad colectiva” llama el primer ministro del régimen cubano, Manuel Marrero Cruz, a ser chivatón en la isla, urgiendo el enfrentamiento de las “ilegalidades” en la provincia de Matanzas, acción que pide se ejecute con “energía” por parte de las instituciones estatales, inmersas en un amplio historial de hechos de corrupción, peculado de uso y malversación.
Según Marrero Cruz, no está permitido convivir con las “ilegalidades”, aun cuando hay muchos cabos sueltos por responder por las instituciones del Estado en torno a altas cabezas del castrismo que no han rendido cuenta pública por irregularidades, desfalco y apropiación indebida de recursos, pero eso es harina de otro costal. Le ocupa de momento que no se produzcan construcciones ilegales, ni ningún tipo de asentamiento alrededor de los balnearios del territorio occidental.
Recoge la prensa oficial que el funcionario castrista aboga por que se realice un “esfuerzo adicional” para que no proliferen edificaciones que no hayan sido autorizadas, manteniendo en Matanzas el “ordenamiento” de la provincia, cuidada con especial énfasis dado su interés turístico. Mención aparte merece el corredor que une a la provincia capital con Varadero, joya de la corona en torno al disfrute de temporadistas extranjeros.
De chivatones sabe Manuel Marrero Cruz
Bien es sabido que la “responsabilidad colectiva” surge efecto. Gracias a ese espíritu responsable, la opinión pública internacional conoció de la exquisita vida del hijo de Marrero Cruz, Manuel Alejandro, quien en sus redes sociales exponía los lujos y el confort de ser el hijo de un alto jerarca castrista, disfrutando de instalaciones a las que el cubano promedio jamás podría y escandalosamente próximo a un Dassault Falcon 50, una aeronave valorada por los 4 millones de dólares. Y aunque eliminó todo de su cuenta, ya estaba chivateado. Corregimos, había experimentado la “responsabilidad colectiva”.
Si bien el anciano Raúl Castro no pudo proteger al pequeño Marrero de la exposición, si habría logrado hacerlo con su padre, a quien habría salvado de una presunta investigación de abuso sexual en el año 2018, según información revelada por el analista Juan Juan Almeida. Según logró conocer el cubano, justo tras su designación en el Ministerio de Turismo, Marrero Cruz se habría involucrado en lo que debió ser un escándalo, aplacado por la orden de Raúl: el abuso de una trabajadora de 26 años de edad.
Y aunque es sabido que hechos como este no escapan de tableros alrededor del mundo (por aquello de que buenos y malos hay en todas partes), lo que debió haber provocado su retiro y olvido para el poder político, terminó siendo para Manuel Marrero Cruz un impulso para, tras su salida del Ministerio de Turismo, moverlo hacia el cargo de Primer Ministro.
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Redacción Cubanos por el Mundo