Cuba pasó en apenas un año de la coyuntura sin combustible a la vergüenza bullanguera, pero “espontánea”, a juzgar por lo visto desde octubre de 2019 en que nos quedamos sin combustible por culpa de un barco petrolero que no llegaba a nuestras costas, a estas jornadas “espontáneas” de reafirmación revolucionaria que llegaron, ¡hay que decirlo!, no muy espontáneamente.
El cuento del barco, que se lo crea otro. Yo voy a lo mío.
En un país marcado por la crisis económica, en un contexto social en el que los jóvenes estudiantes dividen su tiempo entre asistir a clases con el nasobuco puesto y violar todas las reglas del distanciamiento social, los días de reafirmación del espíritu socialista de toda esta generación de desorientados muchachos, fueron consecuencia de meses de desabastecimiento, colas, hambre, miseria y desesperación.
Hace rato, pero rato, que la juventud universitaria cubana dejó de ser luchadora. El cuento se lo hacen a otro. La FEU, no responde a los intereses de los estudiantes universitarios, sino al régimen. Y estas movilizaciones espontáneas son más que orientadas.
Por ahí están las pruebas de los chats de Whatsapp y Telegram, donde dirigentes organizan, controlan y orientan la participación en el acto. Por ahí están los actos, el pase de lista, el vamos a reunirnos en tal lugar. Es probable que en La Habana no se hayan tomado los nombres, pero se han visto las caras.
La tristeza del momento nace de un suceso que los ha marcado durante el 2019. El respaldo recibido por el Movimiento San Isidro ante los atropellos por parte de las fuerzas del orden. De la manipulación mediática, que ha tenido a mal difamar de los 14 de San Isidro en la Televisión, a los que ha acusado de todo, y poco faltó para acusarlos del cambio climático.
La claque que dirige este país no acaba de situarse “en el momento histórico”; andan buscando un financista, un organizador, un responsable y como no reconocen que, todo parte de un sentimiento de cansancio acumulado durante años, y acrecentado durante estos meses de represión y crisis, le achacan la culpa al imperialismo y sus métodos. No tienen una prueba del financiamiento de Luis Manuel Otero Alcántara, excepto cuatro latas de atún que presuntamente les envió desde España, el activista Lázaro Meireles; un joven que no era activista hasta que en la Embajada de Cuba en Madrid lo vapulearon tanto que el joven, explotó en Facebook, se hizo viral y comprendió que el culpable de su problema no era el embajador cubano en Madrid, sino el castrismo mismo.
Todos los sentimientos que se acumulan hoy en día, son consecuencia de malas decisiones tomadas por el mando castrista; pero ellos usan los medios que controlan para manipular la opinión pública. Es decir, al pueblo. Un pueblo que cada vez entiende más, que hay una ficha que no encaja en el rompecabezas. Y esa ficha no es ni Luis Manuel Otero, ni Carlos Manuel Álvarez, ni cualesquiera de los jóvenes que se plantaron frente al Ministerio de Cultura.
Es una vergüenza que, en el colmo del interés que tienen por mantenerse aferrados al poder, utilicen imágenes de archivo sobre actos terroristas y actos presuntamente provocados por algún terrorista, en el año 2019. Sacan, de la nada, y sin vergüenza alguna, notas de la Capitanía del Puerto Nacional, donde se informa del hallazgo de embarcaciones en la costa norte de Cuba.
El guiño a una invasión de EE.UU. es más que evidente; pero ellos ya no engañan a nadie.
Redacción Cubanos por el Mundo
