El mundo de la prensa se sorprendió cuando, en el VI Congreso de la UPEC celebrado en el año 1998, Aixa Hevia fue escogida como miembro del grupo de los cinco elegidos para dirigir la organización. Veinte años después, ya andaba pidiendo que expulsaran a un periodista.
Hasta ese día, nadie sabía quién era Aixa Hevía.
Más allá de haber trabajado bajo las órdenes de Fidelito Castro Díaz-Balart en el Instituto de Investigaciones Nucleares, su Curriculum Vitae era bien modesto, para no decir insuficiente y con muy pocos méritos para caer en tan selecto grupo.
Por entonces, eso sí, era joven, delgada, bonita y alguien la propuso para que se encargara de todo lo concerniente al mundo de la Ciencia dentro de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).
Su llegada al mundo periodístico se produjo por las lógicas bajas en el personal relacionado con los planes nucleares del gobierno cubano. Aixa, de protones y neutrones, cayó en Radio Reloj. Y cuando llegó allí, muy pocos la reconocían como “periodista”.
Su campo de acción había sido bien limitado. Había estado casada con un militar, pero fueron infieles mutuamente. Él, ya no recuerdo su nombre, con cualquiera; ella con Fidelito Castro Díaz-Balart.
Al llegar a la UPEC, Aixa Hevia, desde su oficina, inició una campaña para la digitalización de los medios cubanos. Fue esa, dicen sus compañeros de trabajo, la única idea interesante que tuvo y aportó durante muchísimos años al gremio periodístico de la isla; pero sí, fue por gestiones hechas por ella, y con recursos del estado, que comenzaron a ponerle internet a los periodistas, a venderles alguna computadora.
Entonces llegó el niño Elián; apareció la Mesa Redonda, y necesitaban alguien ducho con el manejo de las computadoras e internet, y el nombre de Aixa se impuso por encima de muchos otros aspirantes.
Por esa fecha, en la que Aixa Hevía aún sostenía relaciones con el deprimido Fidelito , depresiones que a la postre terminaron llevándolo al suicidio, apareció en su vida, el hombre de su vida.
Lo admiraba desde pequeña, así que cuando Fidel Castro comenzó a frecuentar los lugares donde los periodistas gozaban el uso de modernas computadoras dadas por Fidel gracias “al trabajo de Aixa”, y después en la Mesa Redonda, la relación con Fidel Castro se estrechó. Y se estrechó tanto que pasaron del 9-15 al pechito con pechito.
Dicen que el roce hace el cariño, y Aixa Hevia no lo dudó dos veces a la hora de darle hasta en el blanco de los ojos a Domingo, su esposo, un trabajador de la UPEC con el cual ella compartía además no pocas botellas de ron semanalmente, sobre todo después de aquellas maratónicas jornadas con Fidel Castro hablando y Randy Alonso meneando el cogote de arriba a abajo.
Domingo, que conocía de los devaneos de Aixa, y Aixa que conocía los deveneos de Domingo, pues ella le había arrebatado a su otrora esposa, terminaron envueltos en un círculo vicioso de alcohol y abusos domésticos. La pareja fue a Cayo Largo del Sur en el año 2000, invitados por Fidel Castro, y en la semana que estuvieron alojados en el hotel Pelícano, en la habitación 6032, en el bloque conocido como Buganville, frente al mar, dividieron el tiempo entre el bar de la piscina, tomando Ron Havana Club 7 años servido por el Ángelo, ahora ciudadano español; exquisitos mojitos servidos por Raidanel – que en paz descanse – y las piñas coladas de Andy, residente ahora en Canadá, pinareño, pero no tonto; y en el Lobby Bar, donde dieron no pocos escándalos alterados por las bebidas que le dieron Cosme y Edel Petersen, este último ahora residente en las afueras de Madrid, en España.
Fidel Castro, que ya sabía compartía las caricias de Aixa con su hijo Fidelito, poco le importaba que Aixa Hevia siguiera con Domingo. La devoción que Aixa le tenía en la cama al legendario Coma Andante era tal, que este le premió su titánico esfuerzo en saborearle sus pellejos, cambiándole su motico Babetta por un Lada nuevo, regalado, como aquel que murió en el 80´, según David Calzado, Michel Maza y la Charanga Habanera. Fidel, además de eso, la protegía. A los demás que les dieron carros regalados, les dieron Fiat 600.
La protegía tanto Fidel Castro, que Aixa Hevia era incuestionable en cuanta tontería expresaba en la UPEC, donde se mantuvo hasta que estuvo vivo el Fifo.
Cuando este murió, el 25 de noviembre de 2016, comenzó el desmoronamiento de su reinado. Aunque el difunto expresidente de la UPEC, Antonio Moltó, la quería mucho, fue Rolando Alfonso Borges, Jefe del Departamento Ideológico del Comité Central, con quien también tuvo relaciones Aixa, quien asumió la protección de Aixa, pues ya dentro de la UPEC soplaban aires para que la sacaran de donde estaba, porque más que impulsar y apoyar el periodismo, lo que hacía era chivatear a todos sus miembros; primero con Fidel, luego con Borges.
Pero a este último también lo desaparecieron y muerto Moltó, convertido Fidel en polvo y metido en una piedra, Aixa Hevia se quedó sin un ángel que la protegiese y se marchó de la UPEC, llevándose un triste apodo entre un círculo selecto de amigos: el de “la amante sepulturera”.
