Una reportera que difícilmente alcanza leer el teleprónter que le marca lo que debe decir con exactitud ante cámara y una recopilación de “intelectuales” de Cuba, son utilizados desde la prensa oficial para desmontar el “show mediático” como califican la protesta del Movimiento San Isidro, ampliamente cubierta por la prensa independiente dentro y fuera de Cuba, en paralelo con bochornosos actos de repudio.
Sin sorpresa alguna, quienes ante cámara piden “respeto” o utilizan este valor como una excusa para fustigar manifestaciones pacíficas en exigencia de democracia, no hacen referencia a los actos de repudio cuyas directrices salen del mismísimo Partido Comunista de Cuba (PCC), aunque muchos de quienes formen parte, ya no sepan ni qué exactamente están rechazando.
Un “show mediático”, cubierto por la “rancia maquinaria informativa”, forman parte de la forma descalificativa en la que la prensa estatal refiere a la manifestación pacífica de jóvenes activistas, el despliegue en redes sociales y la resonancia que medios, entre ellos Cubanos por el Mundo, han dado al deseo de protesta activa y permanente, contra las arbitrarias decisiones del régimen cubano, ratificadas a diario.
Mientras, actos de “condena” a la supuesta injerencia son ejecutados por el régimen y replicados en su aparato de propaganda. La advertencia de supuesta “soberanía” y defensa de la nación, ocurre en momentos donde más de 80 por ciento de la alimentación de los cubanos necesita ser importada.
Si bien, a efectos de la línea oficial, las protestas pacíficas persiguen “desestabilizar el orden de la revolución”, lo cierto es que sí hay un propósito claro, profeso y confeso en cada manifestación opositora en Cuba: lograr, con un sustancial respaldo popular, tambalear las débiles bases de un sistema que prometiendo bienestar para el pueblo se instaló sólo para enriquecer a una cúpula aunque esto haya significado la destrucción total de una nación y la exportación de un sistema ruin, opresor y despiadado a otros países de América.
En cambio, los actos de repudio en Cuba, carta de la que suele valerse el régimen buscando mancillar la reputación de activistas, además de amedrentarlos e intimidarlos, son desarrollados por fichas, que en su mayoría, viven las mismas calamidades del pueblo que reclama. Si esos que son utilizados tan vulgarmente para la chusmería, se sumaran al legítimo reclamo por libertad, justicia y democracia, vaya que todo sería diferente. Al final, ojalá uniera el repudio de lo repudiable, desde Fidel hasta su dinastía corrupta.
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Redacción Cubanos por el Mundo
