Jorge Legañoa intenta serrucharle el piso a Ricardo Ronquillo Bello, el Presidente de la UPEC.
Este hombre fue el peor estudiante de Periodismo de su año y miren donde está: de Vicepresidente de la Unión Nacional de Escritores y Periodistas de Cuba.
Wilmer Martínez y Jorge Legañoa conversaban animadamente hace un buen tiempo atrás, no tan lejos en el tiempo, en la Oficina del segundo, en la Upec, la antigua oficina de Aixa Hevia y Martínez en modo jocoso le espetó una frase que a su vez le provocó una sonrisa a Legañoa.
“¿Qué? ¿Cuándo tumbas a Ronquillo del caballo?”
Dice un testigo que oyó y vio “de refilón” parte de la conversación, que Legañoa, sonrió. Sonrió como quien sabe que es posible. A fin de cuentas, ¿qué significa Ronquillo Bello para él? Un jefe. Y a los Jefes se les serrucha el piso, según el manual que aprendió este muchachón que, pasó a ser, del peor alumno de su aula, en la Facultad de Periodismo de la UH, a Vicepresidente de la UPEC y Jefe de la Agencia Cubana de Noticias. Si Usted no sabe cómo Legañoa llegó ahí, siéntese que esto es largo.
Jorge Legañoa no es un muchacho común. Pudiera decirse que tuvo hasta suerte, de tener padres estomatólogos, muy bien conectados en la provincia de Camagüey, con prestigio, que entre las muchas cosas que hicieron para que Jorgito se sintiese realizado estuvo materializarle su deseo de no estudiar Periodismo en la Universidad de Oriente, sino en la de la Universidad de La Habana.
Su llegada a la Facultad fue tan escandalosa que todavía se recuerda, o al menos se rememora en esos pasillos; como mínimo, entre los estudiantes de periodismo que coincidieron con él en el aula; los que estaban antes y los que llegaron después. Y es que su entrada fue por todo lo alto. Jorgito, mientras subía la escalera de caracol, se echó la mano al bolsillo, sacó una cosa, se volteó y extendió su brazo hacia la calle.
Al apretar el botón del aparatico, la alarma de un auto, parqueado frente al edificio sonó. ¡Wow! El nene tiene carro, se dijeron los presentes. La voz se corrió luego dentro de la Facultad.
“Hay un alumno nuevo, con carro,” se decían las chicas. Solo que…
Sin embargo, por poco las chicas – y los chicos – no tienen tiempo de disfrutar del carro de Jorgito. El muchacho, pobrecito, no daba pie con bola con las asignaturas.
Pronto, muy pronto, comenzó a hacer méritos para ser calificado como una desgracia de estudiante. Más bien un estudiante mediocre. Pésimo, y a pesar de que no quería serlo, no había remedio. Su mala preparación, el bajo nivel cultural que traía de la llanura camagüeyana comenzaron a salirle por encima de la piel y pronto se convirtió en el peor estudiante del año.
“Lo ponchaba todo,” dijo a Cubanos por el Mundo una fuente consultada; compañero de aula de Legañoa desde el primer año de la Facultad hasta el último.
Se que les resultará difícil creerlo, porque todos lo vemos ahora en el televisor, haciéndose el bárbaro y el que más sabe de EE.UU. y de Europa y de la madre que lo parió pero la verdad es que el muchacho, no lleva mucho en el coco.
No es que sea anormal, pero materia gris para ser inteligente nunca tuvo. Excepto para colarse por los huecos de las agujas y molestar. Serruchar y subir.
Le fue tan mal a Jorge ese primer año que terminó ponchando Gramática. Aixa Cristina Kindelán Larrea, Profesora Titular Profesora de Español, dijo dentro del claustro de profesores que “le daba pena” pero que Jorge tenía todas las boletas para no pasar nunca de primer año porque no había modo que superase la Grámatica. No le entraba y no se concibe un periodista con una gramática deficientes. Si alguien duda de mi palabra, puede escribirle, preguntándole a Aixa si esto es verdad o mentira a su dirección de correo electrónico, aixa@isri.minrex.gob.cu.
¡Qué pena para sus padres! Ellos que lucharon tanto para que Jorge no fuese para la Universidad de Oriente…
El claustro finalmente tuvo que darle la mala noticia a Legañoa de que no podía seguir en la Facultad. Tenía que irse. No podía continuar estudiando allí y, si quería repetir, debería irse para la Universidad Central de Las Villas, “Marta Abreu”.
Fue ahí cuando Jorge sacó su As de Espadas. ¡Tenía un amante dentro de la Facultad! Dentro del claustro de profesores. A este se encomendó, de rodillas, para que lo ayudase y este, consternado y enamorado manejó los hilos necesarios para que Legañoa no se fuese para Santa Clara.
El amante, ya se los digo, era secreto; porque Legañoa, por delante, metía finta de heterosexual aun cuando por dentro llevaba la Bayamesa.
Había probado con algunas, pero todas le corrían por tercera y terminaban, o dejándolo (por algo) o doblándole por tercera (pegándole los tarros)
La cosa se calmó un poco cuando se empató con Dunaida, una chica que estudiaba en la Facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de La Habana, quien lo llevaba a la una mi mula.
Continuamente le metía el pie delante de todo el mundo porque si de algo puede darse el lujo Legañoa de decir es que tiene una falta de carácter del carajo.
Dunaida, estudiante de japonés, viajó a Japón, por cierto, y cuando regresó le trajo muy buena coba. Percha. Trajes y corbatas. Legañoa le juró “endless love” por el regalo.
Terminó finalmente, con no pocas angustias, la Facultad de Periodismo Jorge Legañoa. Aixa Kindelán al fín encontró cómo darle un tres y Jorgito, ponchando una asignatura por aquí, otra por allá, agarrando 3 a troche y moche, se graduó.
¿Que cómo llegó a la UPEC?
Resulta ser que este hombre, que les garantizo a ustedes que a las únicas personas que nunca le serruchará el piso en su vida será a sus padres, llegó a la candidatura de la Upec Nacional porque la directora de la Agencia Internacional de Noticias, Edda Diz, estaba cansada de que él quisiera e intentara, por aquí y por allá, serrucharle el piso.
Era (es) tan ambicioso Jorgito que una vez le dijo a Enrique Villuendas, el del Comité Central, que él era el tipo ideal para dirigir Prensa Latina.
Villuendas hasta se asustó con el desparpajo del muchacho, su falta de sentido común y falta de brillo. ¡Vamos, que así no se escala en la vida! Y a duras penas pudo zafárselo de encima.
En algún momento de su incipiente vida laboral Legañoa se enteró que no dirigiría en Prensa Latina y, como necesitaba un puesto de jerarquía, pues a eso siempre ha aspirado, a no ser el hijo de su papá y su mamá estomatólogos, comenzó a hacer lobby en el Comité Central para ser el relevo de Pelayo Terry en el Granma.
Tampoco ahí la pegó Jorgito, y fue cuando se le ocurrió la idea de la ACN y manejando influencias por aquí y por allá, moviendo hilos, guataqueando y removiéndole con chismes y bretes el piso a los otros, se fue quedando como el candidato joven, ideal, gerenacional, para dirigir en la Unión de Periodistas de Cuba.
Dicen las malas lenguas que hasta él mismo se postuló. En la reunión donde fue seleccionado, él y Wilmer fueron los únicos que se aparecieron de traje y corbata, siendo lógicamente el hazmerreír de todos. Jorgito aspiraba a llevarse el titulazgo en la movida pero, no contó con la masa amante de Ronquillo Bello.
Eso sí, pudo quitarse a Aixa Hevia de la Vicepresidencia y agarrar un puesto, temporal, desde donde sentirse cómodo para manejar el serrucho.
El golpe contra Ronquillo Bello desconozco desde cuándo comenzó a fraguarse en su mente.
Eso sí, el día 5 de marzo de 2020, a las 3:25pm y sin nasobuco puesto, Jorge Legañoa recibió a Wilmer Martínez en su oficina.
Este, al rato, le lanzó la pregunta:
“¿Cuándo tumbas a Ronquillo del caballo?”
Legañoa, como quien sabe a qué venía la jocosidad, sonrió casi de oreja a oreja mientras pensaba para sus adentros: “Pronto, pronto”.
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