Ciertamente, Humberto López es la cara más visible del linchamiento mediático que ahora mismo se libra en la Televisión cubana contra los periodistas independientes, sus plataformas y otros activistas y disidentes. Sí, este peje ha regresado. Y hablando KK en la TV cubana.
Obviamente orientado, Humberto utiliza los los medios estatales, esos que se financian con fondos públicos, para criminalizar a personas que, la mayoría de todos conocemos, no son lo que él dice. Sí, Humberto manipula la opinión pública. Y lo hace desde el poder que le otorga no el ICRT, sino la alta dirección del país.
Hasta un adolescente sabe que Humberto está siendo dirigido desde arriba. Nada de lo que se exhibe en la televisión “sale” de la cabeza de un director de televisión, porque el gobierno cubano controla, a través del aparato del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido, que dirigen nefastos personajes como Víctor Gaute y Enrique Villuendas, todo lo que se consume en materia informativa en el país.
Es por eso que le han dado a Humberto la tarea de intentar enlodar a los medios y periodistas independientes, pues estos muestran la otra cara del país; la más real. La de la miseria y la falla institucional. La cara que no muestra el periodismo ni la prensa oficialista.
Humberto, no debate. No confronta ni contrasta fuentes. Repite lo que le han orientado. Mientras cree que hace “periodismo”, sus presentaciones carecen de todo tipo de rigor periodístico del que debería hacer gala el Noticiero Estelar de la Televisión, que es el momento que escoge para lapidar públicamente a gente que le supera en talento, conocimientos, valor e hidalguía.
Son imágenes mezcladas sin ton ni son a veces, casi siempre sin audio, donde ninguno de los enjuiciados ha sido contactado previamente para que exponga su versión de la historia. Donde luego de ser linchados públicamente, no tienen derecho a réplica. Humberto, dizque licenciado en Derecho, se pasa por el forro de sus huevos la sacrosanta presunción de inocencia.
Es probable que crea además que lo que está haciendo es correcto y que va a trascender como periodista, cuando en la concreta, y los testimonios de Camila Acosta, Carlos Manuel Álvarez, Yoani Sánchez e Iliana Hernández así lo confirman, que lejos de utilizar de modo arbitrario los bienes públicos, no genere el efecto deseado; aunque es probable que padres y madres de los enjuiciados televisivamente terminen siendo presas del dolor.
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Es claro que este hombre, consumidor de cocaína gracias a su amigo, el humorista Juan Karlos el Gordo, y amante secreto de Ricardo Alarcón y Raúl Castro, servicio por el cual le premiaron con un auto marca Toyota, termine generando un efecto adverso. Eso sí, polarizando y dividiendo aún más a una sociedad cada día más fragmentada entre ricos y pobres donde, la gran mayoría de su fuerza laboral está emigrando del país en masa a raíz de las modificaciones hechas en materia migratoria a partir del año 2013.
Esa tesis que esboza, donde todos los que disienten y criticar la política oficial, una medida oficial, y lo hacen en medio del cerco más brutal o a través de las redes sociales, son contrarrevolucionarios y forman parte, por la que reciben dinero, de la CIA u organismos del imperialismo destinados a derrocar la revolución mediante un “golpe blando” es una falacia total.
Solo tres medios de los que mostró en su última pancarta, ADN Cuba, Diario de Cuba y El Estornudo, reciben fondos para su sustentación y viabilidad. Unos más, unos menos. Unos de un lado, otros de otro. El resto, se autosustenta, con publicidad por pago, Google Adsense o Facebook Instant Article.
Lo de Humberto López no es ni periodismo ni reparación de justicia. Es un proceder reaccionario en extremo. Pura teoría de la conspiración. Basándose en un texto escrito por un presunto “experto” en medios de comunicación. Una tesis que solo parece convencer a los informados desinformados de siempre, agrupados bajo la tutela del oficialismo y premiados con internet en la casa gratis. Gente que todavía sueña con la Revolución emancipadora que un día les prometió igualdad y decoro, y que hoy los tiene sumidos en largas colas de hasta 5, 6,7 y 8 horas para ver si alcanzan un jabón, un pomo de aceite o un muslo de pollo mientras, como si fuera poca cosa, se arriesgan a contraer la mortal enfermedad de la covid-19.
Humberto López es un ser mezquino, que actúa desde la mezquindad a nombre de una Revolución que ya no existe. Su discurso no es viable ni democrático. No es reparador ni sanador. No es lo que necesita Cuba, pero insiste, con él, este pelele del oficialismo.
A cambio le dan gasolina y una caja de comida, todos los meses.
Redacción Cubanos por el Mundo
