El origen de la culpa siempre será en terceros para el régimen cubano, esta vez apuntando hacia los trabajadores privados minoristas de Cuba, que durante décadas han sido satanizados por la dictadura y que, en tiempos del deshielo, fueron utilizados como escudo.
En un reciente reportaje del diario oficialista Granma, titulado ‘Violadores de precios: o van a lo justo, o van al fracaso’, repiten la fórmula de culpa contra los trabajadores privados de la isla, quienes ofrecen mercancía a merced de la persecución constante de inspectores, así como en la ausencia de una oferta mayorista nacional.
Si bien es cierto que la especulación – con cabida en cualquier sistema económico, más aún en un modelo fracasado que no toma correctivos sostenibles – existe, es aún más notoria la necesidad de que Cuba deje la dependencia absoluta en la importación cómo forma de solventar el mercado nacional, razón del altísimo costo de los rubros más esenciales.
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En una dinámica con un gobierno que buscara garantizar la soberanía – verdadera – alimentaria, la estabilización de precios llegaría en función de una equilibrada oferta/ demanda. No obstante, el régimen cubano apuesta a la no producción en lo absoluto y a la persecución de quienes ofrezcan, con elevados precios o no, los productos faltantes en los exhibidores cubanos.
Según cifras presentadas en la prensa oficial, actualmente el régimen cubano ha ordenado más de 52 mil inspecciones sobre el sector minorista, tanto de trabajadores privados como los pertenecientes al sector estatal de Cuba. Según aseguran, en más del 60 por ciento de estas inspecciones, han conseguido hechos de violaciones de precio, tomando medidas, en el marco del “ordenamiento”, que traería en la opinión de especialistas, una obligada inflación.
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Redacción Cubanos por el Mundo